s e t e n t a y t r e s

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El sol al día siguiente relucía sin penas, brotando su calor como olas que otorgaban calor a sus criaturas. El verano se estaba acercando.

Boni se levantó tarde esa vez. Mason fue a saludarlo en pijama y despeinado, llevándole el desayuno sobre una bandeja de plata. Por supuesto, lo sorprendió bastante. Pero eso no era todo, sino que Mason también había llevado su desayuno con él: una pequeña ensalada cubierta con yogurt y un té negro.

El desayuno de Boni fue kumis con hojuelas de maíz y jugo de naranja.

—¿Cómo sabías que me gustaba? —preguntó con timidez, con el vaso de jugo en su mano.

—Siempre lo pides en el comedor —respondió Mason.

Recién levantado, el cabello de Mason se veía más brillante; su rostro parecía descansado, con sus ojos azules ligeramente hinchados, pero tranquilos; a diferencia de Boni, que parecía padecer una especie de enfermedad si no se lavaba la cara, y su pelo daba la impresión de haber sufrido una pelea de palomas.

—¿Qué hora es? —preguntó.

Mason bostezó.
—Las once.

Estuvo cerca de aspirar un pedacito de hojuela.
—¿Tan tarde? —preguntó con la boca llena—. ¿Y te acabas de despertar?

—Sí... no pude dormir muy bien —manifestó él, rascándose la nuca.

Se veía demasiado bien como para no haber dormido.

—Oh... —Boni bajó la mirada a su cereal, y comió otra cucharada.

Mason lo observó de soslayo, y sonrió sutilmente.

—Hoy hace buen día —dijo—. Podremos salir temprano si eso quieres.

Ésta vez sí se atoró con el pedazo de hojuela.

Boni tosió, poniéndose inmediatamente una servilleta sobre la boca.

Lo había olvidado por completo.

—Hey, come despacio. —Mason se acercó para darle suaves palmaditas en la espalda; luego le ofreció el vaso—. Toma jugo.

Boni asintió en agradecimiento, luchando con la tos, y tomó un trago.

Suspiró.

—¿Todo bien? —preguntó Mason, preocupado.

Asintió de nuevo, limpiándose la boca con la servilleta, y se sonrojó, avergonzado.

No recordaba hasta ese entonces que Mason le propuso salir por la tarde la noche anterior. Él no le había dado respuesta en el momento, y ahora no lo quería hacer tampoco. Ya había salido ayer, ¿por qué de nuevo hoy?

—¿Qué día es? —preguntó Boni con la servilleta sobre su boca.

—Domingo —contestó Mason—. Estos días son ideales para salir.

Por un milisegundo, Boni pensó en Cristopher.

Aclaró su garganta, sintiéndola incómoda por su reciente atoro.

—¿Y a qué horas quieres salir?

—A la que tú elijas.

Boni parpadeó.
—¿Yo?

Mason asintió.

—Uh...

Quería tomar la oportunidad para decirle que quería quedarse en casa, pero se sintió mal con sólo pensarlo. Además, cuando se tomó unos momentos para escudriñar los ojos zafiro del mayor, notó en su expresión que había una profunda melancolía reprimida, y con ello recordó que Mason había dicho que no pudo dormir.

Di Mi NOMBRE [TERMINADA ✓] VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora