s e t e n t a y s i e t e

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A la hora del almuerzo sucedió algo realmente extraño.

Luego de que Boni y Mason conversaron en el patio de la mansión, fueron a comer algo antes de prepararse... aunque en realidad Boni era el que debía prepararse; aún estaba usando la ropa con la que se había quedado dormido, mientras que Mason ya se había bañado y cambiado en algún punto del día que Boni desconocía.

Lastimosamente, en el almuerzo tuvieron que estar acompañados también de George y Alice, pero para su suerte, ambos estaban tan enojados que no se concentraban en algo diferente a sus platos de comida; no se miraban entre ellos ni se dirigían palabra alguna, inmersos en las pantallas de sus aparatos. Pero por tener sus presencias allí, fue mucho más incómodo hablar.

Mason siempre se sentaba al extremo contrario de la mesa que sus padres, y esa fue la primera vez que Boni se hizo a su lado —salvo la noche anterior, pero en esa ocasión Rebeca estaba haciéndoles visita; más bien era la primera vez que se hacía a su lado voluntariamente—.

Boni no podía dejar de pensar en lo que iría a hacer; estaba demasiado nervioso, asustado y emocionado al mismo tiempo. También temía que al final no pudieran inscribirse en el concurso; percibía que eso cortaría con cualquier oportunidad de cumplir sus sueños.

Deseaba equivocarse.

El almuerzo que le sirvieron esa tarde fue demasiado para él. Aun habiendo vivido cuatro años con esa familia, seguía sin poder comprender cómo es que podían comer semejante cantidad de alimentos. Y para su desdicha, cuando le preguntó a Mason, él le respondió que casi nunca se comían todo y la mayor parte de eso terminaba en la basura.

Eso lo enojó.

Mason le dijo que a él tampoco le gustaba botar tanta comida, pero que, para ellos, ir a buscarla era considerado un acto de bajo nivel, alcanzando el de un vagabundo; su argumento era que, como regla familiar, no debían mostrar la necesidad de comerse todo para demostrar que tenían el suficiente dinero como para no preocuparse por la comida sobrante.

Mason le admitió que él cada que tuvo la oportunidad donó en secreto la comida, pero hubo una ocasión en la que lo descubrieron y ahora tenía prohibido entrar a la cocina y pedir favores a las cocineras si éstos tenían que ver con regalar a los "pobres".

Boni se indignó.
—¡Pues para que sepan yo fui uno de esos pobres! —replicó en voz baja, golpeando su puño contra la mesa—. ¡Donar es ayudar a quienes no pueden!

—Traté de explicárselos —dijo Mason, limpiando su boca con una servilleta—. Pero créeme: con ellos es imposible razonar. Para mis padres, todo es la imagen familiar, la generación y el dinero.

—Tus padres son unos malvados.

Mason se encogió de hombros, tomando su copa para beber el vino.

Entonces, la mayordoma llegó al lado de Mason con una bandeja de plata que contenía postres. En esa ocasión pareció descuidar su atuendo, pues tenía tres botones abiertos.

—Buenas tardes, Mi Señor —saludó ella dulcemente y puso uno de los postres frente a Mason—. ¿Se le apetece un pastel?

Mason lo miró, con la servilleta en su boca, y negó.
—No como gluten, gracias.

—Oh, este no tiene gluten —insistió ella, acercándose lentamente a él—. Es un pastel de zanahoria.

Mason le lanzó una mirada a la mujer, pareciendo incómodo.
—Soy alérgico a la zanahoria.

La mayordoma parpadeó.
—Ay, no lo sabía. —Retiró el plato—. Mis condolencias.

Mason asintió y volvió a tomar su copa, pero entonces la mujer puso otro plato con un postre frente a él.

Di Mi NOMBRE [TERMINADA ✓] VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora