v e i n t i t r e s

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Lo siento de antemano - Chelo.

Isabel intentaba como podía hacer que Elías le mirase, pero el menor se resistía a levantar la cabeza. Su cabello azabache ocultaba sus ojos, desde los cuales brotaban lágrimas que caían al suelo como gotas de lluvia. Sus pequeños hombros estaban tensos debido a que intentaba como podía retener el llanto. Pero era simplemente inútil.

Isabel suspiró derrotada, cerrando los ojos, y se hincó frente a Elías.

—Cariño —llamó, intentando captar los ojitos del menor, que estaban tras sombras—. Mi amor, por favor, mírame —pero no le miró, sino que apartó más su rostro. La mujer volvió a suspirar, poniendo sus manos en los brazos más pequeños—. Escucha, Elí —empezó—, no olvides que estás en un orfanato, y que hay familias que quieren tener un hijo para amarlo y cuidarlo. —Acarició con sus pulgares sobre la tela del saco del menor—. Aquí vienen cada vez más niños, y no pueden quedarse para siempre porque el lugar no puede seguirse llenando, o sino, en algún momento no habrá suficiente para todos; tampoco las habitaciones tendrán suficiente cupo, y Sonia, Camelia y yo no podremos cuidar de tantos, ¿comprendes?

Elías sorbió su nariz, tardando un tiempo para asentir.

—¿Tú no querías tener una familia? —preguntó Isabel con prudencia, provocando que Elías quedara pensativo.

El niño no le contestó por lo que fueron dos minutos, para luego decir:

—Yo sólo quiero a Boni.

El corazón de la joven mujer se encogió, frunciendo su rostro en tristeza y preocupación. Y lo peor, es que no podía hacer nada.

Dejaron que el silencio adornara el momento hasta que se rompiera por boca de Elías nuevamente:

—Quiero que venga conmigo —hipó con su vocecita hecha un hilo, y se pasó el dorso de su mano por su nariz—. No quiero irme sin él.

—Elí... —Isabel mordió sus labios, reteniendo las lágrimas, y acercó al pequeño a su cuerpo para abrazarlo, recostando la cabeza del menor sobre su hombro. Acarició sus cabellos y consintió su espalda cuando sintió que Elías ya estaba llorando, como no solía pasarle mucho.

—Por favor, que Boni venga conmigo... —suplicó entre su llanto con una voz ronca, y abrazó de vuelta el cuerpo de Isabel por fin, empuñando la tela de su vestido—. Mamá Isabel...

La mujer cerraba sus ojos con fuerza, sin ceder en ningún momento el soltar al niño. No sabía qué decirle, porque ella no podía hacer nada. Era consciente de la hermandad que Boni y Elías habían formado, y sí le había sugerido al director decirle a la pareja que se llevaran a Boni también, pero el problema estaba en que sólo querían a un niño, porque ya tenían un hijo al que querían darle un hermano, pero la esposa ya no podía tener más por una enfermedad.

La decisión ciertamente fue difícil de tomar, y su reglamento no les permitía negarles un niño a nadie.

La que tuvo que darle la noticia a Elías fue Isabel, puesto que ella sabría cómo manejar la situación, ya que era mejor que las otras dos calmando el llanto de un niño. Todos eran conscientes de que al menor le dolería como nunca dejar a su hermano para irse con una nueva familia —es más, no era la primera vez que pasaba—, y para todos fue duro aceptar su adopción.

No había otro camino.

—Mamá Isabel... —volvió a llamar Elías en tono de ruego, con su voz consumida por sus emociones—. Por favor que venga Boni también... Diles que lo adopten también, por favor...

La aludida no pudo hacer más que apretar el cuerpo pequeño contra sí. No era capaz de decirle que no podía ser así.

Elías dejó de sujetar a la mayor, dejando sus manitos caer. El silencio era la respuesta más clara.

Di Mi NOMBRE [TERMINADA ✓] VERSIÓN NO CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora