Capítulo 38

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— ¿París?

—Sí, ¿crees que es una buena idea o es muy cliché?

—Creo que..., no lo sé —responde Yin Zheng—, no me mires así, no tengo idea de lo que hacen las parejas, pero si quieres una opinión sincera de mi parte creo que lo que más le gustaría sería dejar de vestir como una jodida espía.

—Lo sé... —responde con un suspiro Yibo.

Cuando recuerda la promesa que se hizo a él mismo y a Becka el año pasado en el Festival de los Faroles le nacen una unas increíbles ganas de golpearse a sí mismo por no tener el valor suficiente. Aquel año le fue imposible poder anunciarle al mundo quien era Becka en su vida y este no parecía tener pinta de ser diferente al anterior.

—Bueno entonces plantea esa posibilidad como regalo de segundo aniversario.

—Tener que adelantar la celebración porque en esos meses estaré en un rodaje ya es bastante malo —Yibo mira de nuevo las imágenes publicitarias de la mágica ciudad parisina y sonrie—. Necesito que sea perfecto.

—Entonces antes del viaje sal de tu pequeña burbuja y anuncia que tienes pareja, después id a París. Estoy seguro de que al momento que vuelvan no tendrán que soportar tanta mierda.

—Suena fácil.

—Suena fácil y es fácil. Yibo el temor jamás va a irse así que hazlo de una vez y veras que después te reirás por todo el tiempo que desperdiciaste.

Volver a estar de nuevo en Singapur para un nuevo torneo de motocicletas le hace pensar a fondo en lo que Yin Zheng le dice, y tiene toda la razón durante todo el tiempo que Becka y él llevaban juntos siempre tenían que caminar como delincuentes y no disfrutaban de su vida de pareja como debía ser.

—Piénsalo tal vez así puedas arreglar un poco la situación en la que se encuentran.

Como toda pareja Becka y Yibo no tenían una relación perfecta, discutían, se enfadaban y dejaban de hablarse por un tiempo en el que se separaban y dejaban que todo ese enfado se disipara para después conversar y arreglar cualquier malentendido, aunque no era lo ideal era lo que a ellos les funcionaba. Pero ahora todo se había tornado bastante pesado y aun que Yibo había intentado salir de aquel charco en el que ambos estaban sumergidos, nada parecía cambiar, intentase lo que intentase.

Una semana atrás.

Llegar a Singapur para mi competencia de motocicletas era siempre un sinónimo de dicha, mezclar una de mis pasiones con pasar tiempo con Becka siempre era como darme un baño refrescante en pleno verano. Olvidaba mi ajetreada vida y mágicamente todo mi cansancio parecía desaparecer. Me volvía liviano y mi energía era recargada con una batería nueva.

Aunque esta vez fue totalmente diferente. Llegar a Singapur no fue ni de cerca algo parecido a las otras veces en las que Becka me recibía con tanta alegría como su hubiésemos pasado años sin vernos.

La primera señal fue no encontrar a Becka en su casa cuando llegue, aunque ella sabía la hora a la que llegaría. Por suerte tenía una copia de llaves que me había dado desde el momento que se había mudado a Singapur y pude entrar en su casa sin tener que esperar fuera muriendo de calor. La segunda alarma que saltó en mi cabeza fue la hora a la que llegó.

—Becka —la miré y aun que ella estaba de pie a pocos metros de mí, parecía que en realidad fueran kilómetros. Era una sensación extraña, no podía describirlo, su mirada estaba perdida y aunque ella podía verme no hizo ni un amago para sonreír o recibirme con los brazos abiertos como de costumbre. Al principio pensé que podría ser cansancio por el duro trabajo que tenía y con toda la mierda que debía soportar. Pero no era eso, había algo más, sus ojos lo reflejaban solo que yo no podía leer esa mirada marchita.

Mistakes《Wang YiBo》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora