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Llegó la noche y Lisa todavía estaba en la habitación. No salió ni un minuto. Afortunadamente, Jisoo le llevó comida y un cambio de ropa. La que tenía puesta estaba manchada de sangre.

Aunque Jennie le insistió a Lisa que se fuera a casa muchas veces para que descansara, ella se quedó.

—Lisa, te estás durmiendo. Lo sé.

—Dejame un ladito, me acostaré contigo.

—Pero si viene alguna enfermera se va a molestar. Creo que no está permitido.

—Si te duele o te molesto no lo hago, pero no voy a dejar de acostarme contigo porque me regañe una enfermera.

Jennie sabía que no iba a ceder.

—Está bien, cielo... Ven, acuéstate conmigo —dijo y se hizo a un lado para darle espacio en la cama.Luego que Lisa se acomodó lo mejor que pudo para no hacerla daño, le habló:

—Mañana voy a salir. Voy a preparar muchos papeles para que los firmes. Sin rechistar y sin preguntar, ¿de acuerdo?

—¿Qué papeles? —quiso saber Jennie.

—¿Qué parte de no preguntar, rechistar, entre otros no comprendiste?

—¡Malcriada! Dime qué papeles son esos.

—Derechos de decisiones si alguna u otra se enferma. Prepararé mi testamento y el tuyo. Sección de acciones, derechos sobre hijos y algunos más que ahora no recuerdo.

—¿Testamentos? ¿Acciones? —Jennie no estaba preparada para tantas cosas—. ¿Estás loca?

—Mira, cuando te hirieron casi no me dejaban entrar en la ambulancia. Incluso si no fuera porque la doctora comprendió que somos pareja, ni información me hubieran dado. Y cuando dieron permiso de verte, tus padres estuvieron a punto de entrar antes que yo. Si tenemos un hijo, al tener mi apellido, estaríamos cubiertos de una forma, pero necesito que tengas todos los derechos —hizo una breve pausa—. Por ejemplo, si yo muero tú debes heredar todo el dinero que, a fin de cuentas, será para nuestros hijos. Lo que podamos tener tú y yo, será para ellos, así que tenemos que estar cubiertas. Además, quiero cederte una parte de mis acciones. Es como firmar un acta de matrimonio, pero con más hojas.

—Lisa, eres tan dulce —dijo Jennie acariciándole una mejilla.

Lisa vizqueó.

—¿Dulce, amor? resopló. Soy abogado, no somos dulces.

—Si lo eres. Porque piensas en mi seguridad, en la familia. Estoy de acuerdo, pero sin la sección de las acciones.

—Solo unas pocas. Tú necesitas sentirte dueña de la compañía —de pronto recordó algo—. Hablando de otra cosa, ¿qué es eso de la mensualidad de tus padres, Jennie?

—Esas son cosas que yo debo atender. Es mi responsabilidad.

—Se la tripliqué —dijo Lisa con un tono que no admitía discusión.

—Lisa, no tengo trabajo ni sueldo, ¿cómo lo voy a pagar?

—Lo pagaré yo. Y sí, tienes sueldo. Además de trabajo en la empresa de la familia, y no discutas más. Vamos a dormir, estoy agotada —pidió abrazándola con mucho cuidado de no hacerla daño.

Se quedaron dormidas casi de inmediato. La una necesitaba el calor de la otra para sentirse completa y poder descansar. Cuando amaneciera, sería otro día y podrían revisar todas las cosas pendientes, pero en ese momento lo más importante era descansar.

Tal como dijo Lisa, a la mañana siguiente, se fue. Eso le dio tiempo a Jennie de hablar con sus padres que, aunque no estaban muy felices, se mostraron más receptivos con su relación.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora