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-Narra Jennie-

Cuando salí del baño, mis ojos se encontraron con los de Lisa. Era realmente preciosa mi mujer. Su boca se abrió sorprendida, sus ojos se oscurecieron al instante y la copa de donde estaba bebiendo champán resbaló de sus manos y cayó al suelo haciéndose añicos.
Cuando salí, mis ojos se encontraron con los de Lisa. Esos ojos oscuros profundos. Era realmente preciosa mi mujer. Su boca se abrió sorprendida, sus ojos se oscurecieron al instante y la copa de donde estaba bebiendo champán resbaló de sus manos y cayó al suelo haciéndose añicos.

—Lisa, ¿estás bien? —le pregunté algo preocupada.

—Estoy en el cielo —musitó—. Tú eres el ángel más hermoso y sexy de todo el firmamento.
No pude más que sonrojarme. Después de todo, los minutos que pasé en el baño habían valido la pena. Causé en ella el impacto que tanto deseaba.

Lisa se acercó a mí con paso seguro. Traté de advertirle de los cristales en el suelo, pero no me prestó atención. Fue una verdadera suerte que no se hiciera ningún corte.
No paró en su recorrido hasta que sus labios se unieron a los míos. Ella era un volcán de pasión. Era casi imposible quitarle la ropa cuando sus manos no se separaban de mi cuerpo y me recorrían impacientes elevando mis sensaciones al máximo.

—Déjame quitarte la ropa —le pedí con un hilo de voz. El deseo me atenazaba—. Me encanta sentirte así. Me estas volviendo loca, pero quiero que estemos en igualdad de condiciones.

—Sí, mi amor. Quiero ir con calma. Tengo muchas sorpresas para ti esta noche —respiró profundo para calmarse—. Es que estas tan preciosa que he perdido el poco control que tengo.
Se separó de mí solo unos centímetros, entonces comencé a desabotonar su camisa.

Aún continuaba siendo difícil, ya que sus manos no se alejaban de mí. Sus labios besaban mi cuello haciéndome estremecer a su paso. Realmente me regaló unos centímetros, no más que eso. Sin embargo, yo estaba feliz de hacerlo aun con la dificultad; dándome el tiempo de acariciar y besar cada parte de ella que liberaba de su ropa.
Su piel sabía a mar. Su olor personal impregnado con el aire marino, era increíble y adictivo.

No hubiera preferido en ese momento ningún otro perfume. Deseé incluso embotellarlo si hubiera podido. Su cuerpo fuerte y terso era increíble. Su piel blanca, manchada ahora con mi labial, era tan cálida y suave que me seducía con solo tocarla.

Una vez liberada de su camisa, solté las tiras que sujetaban el pantalón a su cintura. Lo bajé con facilidad y al sacarlo de sus pies, me alejé un poco para admirar su belleza.
Llevaba un conjunto blanco, también de encajes. Su sujetador, era ligeramente deportivo, pero sexy y su bóxer femenino incitaba a rasgarlo de deseo.

Lisa era preciosa. Su cuerpo tenso por el deseo demostraba más su fuerza; enmarcado por su rostro angelical y mirada profunda que era capaz de arrancarte un gemido con su intensidad. Se acercó a mí de nuevo y me llevó hasta la cama.

—Ya has tenido bastantes libertades esta noche. Ahora eres mía y soy yo quien dominará tus sentidos —me dijo con tono seductor.

No hacia falta que dijera más, yo era totalmente suya. No tenía voluntad de resistirme a sus deseos.

Me tendió en el centro de la cama y besó mis senos por encima del encaje, pero no le fue suficiente, entonces los succionó a través de la tela. La sensación era deliciosa. Subió mi brazo derecho hasta llevarlo hacia una de las esquinas de la cama y sentí algo en mi muñeca que la apresaba, luego hizo lo mismo con mi otro brazo. Cuando finalmente me di cuenta, estaba ataca a la cama.

—Lisa, ¿estás atándome a la cama en nuestra luna de miel? —pregunté seductoramente sorprendida.

—Así te quiero esta noche.

Aunque su voz fue firme, pude ver en sus ojos dudas. Esa abogada, capaz de negociar fuertes sumas de dinero y hacer inversiones riesgosas, controladora y mandona, en el fondo tenía algunas inseguridades, en especial cuando se trataba de mí.

—No podía imaginarme una luna de miel más perfecta contigo —le dije para darle confianza—. Aunque sabes que no necesitas atarme o encadenarme. Con solo pedirlo es suficiente para tener lo que quieras de mí.

La sonrisa perversa de medio lado que me regaló y la oscuridad de sus ojos, fue más que una señal de que esa noche sería inolvidable. Luego ató mis pies. Estaba totalmente a merced de sus deseos.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora