71

750 56 8
                                    

-Narra Jennie-

El coche perdió el control, pero afortunadamente Lisa logró maniobrar con el volante y controlarlo. Rápidamente paró el coche en la orilla de la carretera y se quedó mirándome fijamente.

—Joder, Jennie. ¿Qué te pasa? ¿Te volviste loca? —dijo molesta.

—Perdóname, no pensé que iba a suceder esto.

Sin poder evitarlo, mis ojos se llenaron de lágrimas. Aparte del susto que tenía, que Lisa me hablara en ese tono hizo que mi sensibilidad se desbordara sin poder parar de llorar.

—No, mi amor, no llores. Perdoname tu a mi. Me asusté mucho, no quiero que nada les pase ni a ti ni a nuestro hijo —dijo quitando mis lágrimas de mi cara.

—Lo sé, Lisa. ¿Me perdonas?

—No tengo nada que perdonarte, mi amor. Tus caricias me han vuelto loca, pero no pensé que ibas a hacer lo que hiciste. Aunque a decir verdad, creo que te mereces un pequeño castigo —dijo acariciando mi pierna.

Pude comprobar que las palabras de Lisa tenían doble sentido. Mis lágrimas automáticamente desaparecieron y mi excitación se volvió a hacer presente. El embarazo ya estaba haciendo mella en mi cuerpo. Mis hormonas estaban completamente locas. Tan pronto me hacían llorar como excitarme.

—¿Cómo piensas castigarme? —dije con tono sensual.

—¿En serio lo quieres saber?

—Si, me gustan tus castigos —dije mordiendome el labio.

—Está bien. Baja del coche.

—¿Qué? ¿Aquí? —dije sorprendida.

—No digas nada y haz lo que te ordeno —dijo con voz autoritaria.

Mis hormonas acabaron de revolucionarse por completo. Sin decir nada más, bajé del coche y ella hizo lo mismo conmigo.

—Pon tus manos en el maletero.

Sin rechistar, hice lo que me pidió. Ella se puso detrás de mi y con tan solo sentir su respiración cerca de mi oído, me estremecí.

—Abre las piernas.

—¿Qué? Pero Lisa... —rápidamente me interrumpió y no me dejó continuar.

—He dicho que no digas nada, absolutamente nada, solo obedece mis ordenes.

Su voz me estaba volviendo completamente loca. Mis piernas se abrieron automáticamente

Lisa posó sus manos en mis piernas y fue subiendolas hasta llegar a mi trasero, donde sin esperarmelo, me dió un pequeño azote que hizo vibrar todo mi cuerpo.

Siguió con su recorrido, pero esta vez sus manos cambiaron de rumbo y fueron directas a mi entrepierna. Empezó a acariciar mi zona íntima por encima de mi pantalón, subió su mano hasta el botón y lo desabrochó.

El morbo de estar en la orilla de la carretera con Lisa, a punto de hacer el amor, me estaba llevando al límite y fue inevitable que un gemido se me escapara.

—¿No has entendido que no puedes hacer ningún ruido?

Solo pude asentir con la cabeza

Me encantaba cuando Lisa tomaba el control, pero estaba llegando a un punto en el que si no hacía algo, iba a matarme.

—Por favor, Lisa. Haz algo ya, me estás volviendo loca.

—Te lo advertí —dijo y sentí otro azote que me dolio, pero a la vez me excito aún más—. Gírate.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora