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Jennie llegó a casa sin Lisa. Ya había tomado la decisión, se marcharía. Tenía reservado un hotel. Recogería sus cosas y se marcharía. En unos días estaría fuera del país. Sin embargo, no pudo evitar sentir dolor al pensar en abandonar el hogar que pensó había formado con Lisa.

<<Esta casa la decoré pensando en nosotras. Imaginándonos cada día juntas. Viendo películas, cocinando... Bueno —sonrió—, yo cocinando y Lisa mirándome. Dejando su ropa tirada y yo reclamándole. Ella besándome y diciendo que le tuviera paciencia. En todos lados haciendo el amor>>

¡Dios! Como extrañaba el cuerpo de Lisa, pero en ese momento era posible que ella estuviera haciéndole el amor a otra. No podía pensar en eso, era ser demasiado masoquista.

<<Hasta pensé que un día podríamos traer a este mundo a uno o dos hijos. Estoy segura que será una buena madre algún día. Lisa es tan buena, dulce y cariñosa. Sólo espero que no los enseñe a conducir>>.

Finalmente Jennie se fue a la habitación y comenzó a acomodar todo. Unos minutos después llegó Lisa.

—¿Qué haces, Jennie?

—Me voy —respondió sin mirarla acomodando la ropa en la maleta.

—No.

Jennie sonrió y se detuvo. La miró con ternura.

—Deseo que seas feliz, Lisa. De verdad —mientras dijo aquello, unas lágrimas recorrieron su rostro.

A Lisa se le partió el alma.

—¡Oh, Dios! —se acercó e intentó abrazarla, pero ella la detuvo—. Te he hecho tanto daño —dijo con un nudo en la garganta.

—No te preocupes, estaré bien. Pensé que llegarías tarde o quizás no llegarías... —iba a decir algo más, pero se le cortó la voz.

—Jennie, tenemos que hablar. Déjame explicarte, por favor.

En ese momento, sonó el teléfono de Lisa. Cuando lo sacó de su bolsillo Jennie pudo ver en la pantalla que era Mina. Ésta se removió incómoda.

—Tengo que atender. Dame unos minutos, por favor —pidió y salió de la habitación.

Fue la estocada final. Jennie se sentó en la cama y rompió a llorar. Pero más decidida que antes, recuperó sus fuerzas y se pudo a recoger la ropa más rápido. Se marcharía en ese momento de la casa.

Lisa volvió a entrar a la habitación tras unos segundos.

—Que pares te he dicho.

—Sigue hablando con tu novia y déjame en paz —gritó Jennie mientras lanzaba ropa a la maleta.

Lisa intentó acercarse y tocarla.

—Bebé... —lo que iba a decir fue interrumpido por un grito de Jennie.

—¡¡¡No me llames bebé!!!

Lisa se apartó e hizo una pausa para que se calmara.

—Escúchame, ¿si? —le pidió casi en un susurro.

El teléfono de Lisa volvió a sonar. Esta vez era un mensaje de texto de Mina. Jennie, con un rápido movimiento, le quitó el teléfono de las manos y leyó el mensaje:

<<Me encantó volver a sentir tus labios en los míos. Amo tus besos. Tuya, Mina>>.

Fue más de lo que Jennie pudo soportar. Arrojó el teléfono al suelo y abofeteó a Lisa. La rabia la cegó.

—¿Tenías que engañarme? —preguntó con los dientes apretados y la cara inundada en lágrimas—. ¿No podías dejarme primero al menos? No tienes valor ni para eso. ¡Yo te amo, Lisa! —volvió a gritar. Lisa no supo qué hacer. Ella estaba perdiéndola y no sabía cómo hacer para que la escuchara—. ¡Con todo el alta y tú no podías ni darme la cara! —Jennie se tapó la cara con las manos por unos segundos, pero luego la miró—. Me marcho —dijo—. Y no te preocupes, me voy del país, así que ya no sabrás más de mí.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora