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-Narra Jennie-

Casi salté del sofá cuando escuché la voz de Lisa; realmente me moría por verla. Abrí la puerta con una gran sonrisa que se me congeló instantáneamente al verla. Sus ojos fríos y sin vida eran más de lo que podía soportar. Se veía más delgada, o tal vez era que estaba vestida impecablemente de negro, con un suéter y pantalones casuales.

—Hola, Lisa.

—Hola, Jennie.

Su voz era fría y monótona. Tan ejecutiva, tan de reunión de empresa. Una vez la admiré por su manera de llevar los negocios, hoy, que la utilizaba conmigo, me sentí profundamente triste.

—Tienes llaves y ésta es tu casa, no necesitas tocar —dije.

—No quiero ser testigo de nada que no esté preparada para ver.

—Adelante.

Entró y miró toda la sala. Tal vez precisando si estaba todo como lo había dejado. Yo quería gritarle que era así, pero sabía que ella nunca escucharía. Su incapacidad para aceptar ser amada era demasiado grande, en especial, en días como hoy.

—Vengo a buscar algunos documentos que tengo aquí y algo de ropa.

—Está bien. Busca tus cosas y la ropa. Están donde siempre.

Me fui a la habitación. Ella, tarde o temprano, tendría que ir ahí. Trataría de hablar con ella, solo esperaba que bajara la guardia aunque fuera un poco.

Me senté en la cama a esperar mientras la escuchaba sacar cosas del escritorio. Al parecer tenía prisa y estaba enfadada; los cajones no dejaban de chocar contra el escritorio, así que no tardó mucho en llegar a nuestra habitación.

Entró al igual que en la sala, tratando de encontrar algo fuera de lugar. Creo que estaba sorprendida de ver que todo estaba igual. ¿Dónde más podían estar? Aún odiándola, yo no podría vivir sin ella. Existen lazos que se crean para siempre y el nuestro, era uno de ellos.

Abrió el armario para coger la maleta y la puso en el suelo, la abrió y comenzó a colocar su ropa en ella.

—Lisa, ¿podemos hablar?

—No.

—¿No puedes escucharme ni cinco minutos?

—No voy a darle vueltas a lo que quiero decirte. Eso nunca ha funcionado contigo, así que... quiero criar a mi hijo contigo —le solté sin dudarlo.

—¿Cómo puedes decirme eso, acaso te volviste loca?

Esta vez arrojó la ropa con más fuerza en la maleta, pero no me miraba.

—Yo diría que lo ideal es que estén sus dos mamás.

—Me engañaste, te acostaste con otro sin que yo lo supiera mientras estábamos juntas y ahora, así como así, ¿quieres criar ese hijo conmigo? —me reclamó finalmente poniendo su atención en mí.

—Puedes hacerlo sonar como quieras, pero el pasado no importa. Lo que realmente vale la pena es el presente.

—¡¿No importa?! ¿Eso es lo que realmente piensas? —preguntó gritándome.

—Lisa, cálmate. ¿Podemos hablar como dos adultas?

—Eras mi mujer y te acostaste con otro —masculló—, ¿qué más adulta quieres que sea?

Entró al baño, supuse que a buscar sus cosas, pero realmente lo que podía escuchar eran objetos cayendo al suelo, pero no quiero. Nuestro tiempo de hablar se acabó.

—Lisa, ¿puedes tranquilizarte? Vamos a hablar —dije desde la habitación.

—¿Quieres que hablemos? —me gritó desde el baño.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora