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Llegaron a un restaurante que, según la perspectiva de Jennie, definitivamente se parecía a Lisa. Tenía el aspecto de ser unas cuevas con paredes de ladrillos e iluminación a medias. El suelo era de vidrio y debajo de él había botellas de vino. Para ella era impresionante. Nunca había estado en un lugar tan sofisticado.

Al entrar, todos saludaron a Lisa. El maitre, las recibió y le indicó el camino hacia una mesa al fondo del restaurante. El hombre de la barra también saludó a la abogada de una manera respetuosa, lo que no dejó de inquietar a Jennie. Al llegar a la mesa, se sentaron y el maitre les entregó la carta de bebidas y se retiró. Jennie miró a Lisa que, en ese momento, levantó la cabeza y le sonrió luciendo bastante contenta. Le pareció que sus ojos eran tan limpios, tan dulces que les encantaron. La abogada había vuelto la vista a la carta y sin dejar de examinarla, preguntó:

—Dime, Jennie, ¿tomas vino? —al no obtener una respuesta, Lisa levantó la vista del menú y la miró. En su rostro había una leve mueca.

—La verdad es que el vino me da sueño —confesó tímidamente la becaria. Lisa sonrío y puso a un lado la carta.

—¿Qué sueles tomar entonces? —preguntó con curiosidad. —Pues, me gusta la cerveza y whisky acompañado con una gaseosa de limón.

—¡¿Qué?! No. ¡Por Dios! —casi gritó Lisa—. Estás loca, mujer. Con una gaseosa se pierde el sabor del whisky. No puedo si quiera imaginarlo.

Jennie, al ver la reacción de Lisa, no pudo más que reír. Parecía que la sola idea de juntar esas dos bebidas, era el mayor pecado del mundo.

—Tienes que probarlo —dijo sonriendo.

—Jamás lo haría. Nunca —aseguró Lisa poniendo cara de una niña malcriada que se negaba a comer su sopa. Sin embargo, lo dijo sonriendo.

Jennie contempló la sincera sonrisa de la abogada. Era la primera vez que la veía de un modo tan natural. «Definitivamente me encanta su sonrisa, debería hacerlo más a menudo», pensó.

Lisa pidió ensalada, tostones, carne término medio, acompañado de dos cervezas. Se tomó la libertad de ordenar todo sin preguntarle a Jennie.

Ésta pensó que debería estar molesta por ello, pero muy por el contrario, le pareció lo normal en Lisa. Estaba acostumbrada a llevar las riendas. Toda una niña malcriada, era cierto, pero adorable. Al darse cuenta de sus pensamientos, sacudió un poco la cabeza para alejarlos de su mente. Mientras esperaban la comida, conversaron un poco y disfrutaron de la cerveza. No tuvieron que esperar demasiado por la comida. Pronto fue servida y Jennie se quedó silenciosamente admirada por cómo se servía la carne aún cociéndose frente a ellas.

Lisa, amablemente, sacó un trozo de carne de la vara y se la sirvió en el plato. —Prueba la carne —la instó—. Si no te gusta podemos pedir otra cosa.

Para Jennie era la primera vez que probaba la carne término medio. Al cortarla con el cuchillo pudo ver lo rosado de la carne. De ella brotaban aún jugos de sangre. Cortó un pequeño trozo y lo llevó a su boca. Lo degustó por unos segundos, sintiendo por primera vez el sabor vivo de la carne cruda. Se sorprendió gratamente por la mezcla del sabor y la jugosidad. —Está muy rica. Es más jugosa y se siente mucho su sabor. Es increíble. Me gusta.

—Te lo dije. Algunas veces tenemos que animarnos a probar. La primera vez que me lo ofrecieron así, medio cruda, estaba en Brasil —comenzó a relatar Lisa —. Y dije que no, pero luego lo pensé mejor y me dije a mi misma, por qué no. Al fin y al cabo no soy precisamente amante de lo común —culminó la abogada tomando un sorbo de cerveza y guiñandole el ojo.

—De verdad, me gusta. Está todo muy rico —dijo Jennie.

«Dios, que hermosa es esta mujer —pensó Lisa— Parece de mentira. Que bien me hace estar con ella. Es como si su sola mirada me iluminara el alma. Me da la impresión que disfruta de mi compañía. ¿Será que lo intento? Ella es tan diferente, tan dulce, tan tierna y tan hermosa —el rumbo de sus pensamientos la sorprendió— Ummm, esto es preocupante. Me está llegando demasiado hondo. Debería salir corriendo, pero sencillamente no tengo ganas ni fuerzas para escapar de ella»
Lisa luchó contra su razonamiento, pero había algo dentro de ella que no le dejaba ganar la batalla.
Estuvieron conversando un poco sobre sus vidas y el trabajo mientras terminaban la comida

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora