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La mañana siguiente, Jennie despertó en los brazos de Lisa. No podía dejar de mirarla. Era una mujer hermosa, fuerte y la doraba. ¿Qué más podía pedir?

Su estómago rugió fuerte de pronto. Se habían saltado la cena sólo para amarse y descansar. Así que si ella ya tenía apetito, Lisa debía tener más. Se movió despacio y buscó su reloj. Miró la hora. Era casi medio día.

<<¡Dios mío!>>, ahora si que soy mujer muerta>>.

Su teléfono estaba en silencio y cuando lo revisó, había quince llamadas desde su casa. Salió de la cama con cuidado. Tomó el teléfono y rápidamente marcó a su casa.

—Hola, mamá.

—¡Hija! ¿Dónde estás? Tu padre está muy enfadado. Ven ya para la casa —le exigió.

—Mama, soy adulta. No necesito que me vigilen.

En ese momento su padre le arrancó el teléfono de las manos a su esposa.

—Escúchame bien. Mientras vivas en nuestra casa, tú sigues mis reglas y te quiero aquí, ¡ya! —gritó a través del teléfono.

—Pues, si ese es el problema, busco mis cosas y me voy —Jennie se sorprendió a si misma al decirlo.

Ella sólo escuchó cuando su padre tiró el teléfono que seguramente iría a dar al suelo.

Jennie no pudo aguantar más las lágrimas.

Era duro pelearse así con sus padres, pero también era inevitable. ¿A dónde podría ir? Tal vez alquilar una habitación, pero no tenía mucho dinero para eso.

—¿Qué pasa, Jennie? —preguntó Lisa que despertó al escuchar su llanto.

—Mi madre está enfadado porque me quedé contigo y creo que lo mejor para mi es irme de la casa. Sólo que no sé a dónde ir —explicó—. Pero lo resolveré. Ya no puedo aguantar más esto. Voy a buscar a dónde irme y hoy mismo salgo de esa casa.

—¿Qué tienes que pensar? ¿Qué tienes que buscar? —preguntó Lisa con incredulidad—. ¿Acaso no tienes a dónde ir? —hizo una breve pausa—. Quiero que vivas conmigo. Quiero que esta sea también tu casa, pero tú estás pensando en irte a cualquier lado —ella no entendía por qué Jennie no consideró vivir con ella—. Creo que piensas que lo mejor para ti es estar lejos de mí —sintió mucha rabia en su interior—. Muy bien, yo te resolveré el problema. No te preocupes —dijo levantándose de la cama.

Al hacerlo, sintió que se mareó por lo que tuvo que sentarse de nuevo en la cama. Recordó que llevaba casi veinticuatro horas sin comer.

Jennie se acercó a ella rápidamente al notar su debilidad.

—Lisa, ¿qué te pasa? ¿Estás bien?

—No te preocupes. Estaré bien —contestó apartándola un poco y tratando de recomponerse. Tomó su teléfono e hizo una llama—. Hola, ¿hotel Buenaventura? —hizo una breve pausa al escuchar su respuesta—. ¿Tiene disponibilidad de una habitación? —pausa—. Está bien, muchas gracias —colgó el teléfono—. Listo, problema resuelto —dijo a Jennie sin mirarla e hizo el teléfono a un lado—. Ya tienes dónde quedarte. Yo me encargo de los gastos. Eso no será un problema y yo tampoco lo seré, no te preocupes.

Lisa volvió a levantarse de la cama, pero esta vez con más cuidado y comenzó a vestirse.

—Lisa, estoy por irme de mi casa. Es difícil para mi, muy difícil —arguyó Jennie llorando—. Yo quiero vivir contigo, pero no quiero que eso ocurra por lastima, porque no tengo más a donde ir. No es así como quiero comenzar una familia contigo.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora