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Cuando llegaron a la cena, Jennie se alegró de haber comprado ese vestido. Con cualquier otra ropa hubiera desencajado en el lugar. Lisa, estaba rozagante de alegría y tontamente engreída. Juraba que iba acompañada de Miss Universo.

<<Definitivamente me mira con ojos de amor>>, pensó Jennie.

Pero también sintió las miradas acusadoras de los demás sobre ella. Si estaba con ella, que todos sabían que era lesbiana, pues, obviamente, imaginaba que ella también lo era. Comenzó a sentirse mareada. Era un gran paso el que estaba dando.

Lisa pareció notar la incomodidad de Jennie.

—Disculpame. Soltaré tu mano y me encargaré de correr la voz de que sólo eres una amiga —dijo y así lo hizo. La soltó y se alejó un poco de ella.

—No es necesario. Estaré bien —le aseguró.

—Estoy feliz de que vengas conmigo. Lo demás no es importante.

La cena estuvo deliciosa. Lo primero que sirvieron fue Carpaccio de Lomito con hongos y queso parmesano; luego Langosta gratinada con espárragos y de postre, Tartufo flameado. Apenas terminó la comida, fue hora del baile.

—Jennie, si bailas conmigo estará todo dicho y ya no soporto más tener mis manos lejos de ti. Vámonos —dijo Lisa con determinación.

Jennie notó la incomodidad de Lisa por tener que aparentar que no estaban juntas.

—Lisa, perdóname. Yo estoy tan agobiada.

Lisa entendió la situación de Jennie.

—No pasa nada, princesa. Vamos a casa —dijo con más suavidad para tranquilizarla.

<<A casa>>. A Jennie le sonó tan delicioso. Lisa no podía ser más dulce.

Ya en el coche.

—Lisa, lo siento. Perdóname, por favor.

Lisa se sorprendió al escuchar las palabras de Jennie.

—¿Por qué, Jennie?

—Por no bailar contigo.

—No lo esperaba. Es normal. Date un poco de tiempo. Yo no estoy apurada. Bueno...estoy apurada, pero por llegar a casa —dijo sonriendo y le guiñó un ojo.

Jennie se sonrojó de inmediato.

Minutos más tarde entraron al apartamento de Lisa, quien no perdió ni un segundo. Tomó a Jennie por la cintura que estaba de espaldas a ella y le pasó la lengua por el cuello. Ella gimió solo con ese contacto. Estaba tan deseosa como Lisa.

—No te muevas —ordenó Lisa y bajó la cremallera del vestido que se deslizó suavemente por su cuerpo y cayó al suelo.

Jennie llevaba debajo un conjunto negro de hilo. Lisa casi estalló de placer en ese momento. La llevó a la habitación, la tendió sobre la cama y le subió las manos por encima de la cabeza.

—No las bajes. No te muevas, es una orden —dijo mirándola intensamente.

—No lo haré —respondió en un susurro.

—Muy bien, mi amor.

Lisa tenía la respiración agitada. Se quitó la ropa ante el escrutinio de los ojos de Jennie, quien se moría de ganas por tocarla. Luego se desnudó y siguió con la mujer que amaba. Le quitó la ropa interior lentamente y mientras lo hacía, acariciaba delicadamente su cuerpo. Jennie no resistió y bajó las manos, por lo que se ganó un par de azotes que, en lugar de molestarla, le subió el ritmo cardiaco.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora