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-Narra Jennie-

Cuando salí de la ducha no escuchaba nada afuera. Me preocupaba que Lisa se hubiera marchado.
No me molestaban sus celos, incluso me gustaban, pero todo tiene un límite. Estaba comenzando a ponerme de los nervios cuando tocaron a la puerta.

—Tenemos una entrega para la señora, Jennie Kim.
Tenía que ser de Lisa, quien más sería tan posesiva para enviarme algo así.

—Adelante.

Había al menos diez ramos de rosas y veinte cajas. Todos los ramos de rosas decían exactamente lo mismo, <<Perdóname. Soy una idiota, pero te amo>>.
Cuando los de la entrega se retiraron, tomé las cajas y comencé a abrirlas. Eran trajes de baño, muy pequeños y sexys; incluso demasiado para mi gusto.
En ese momento la puerta se abrió. La vi, y en sus ojos se reflejaba una profunda tristeza.

—¿Puedo entrar? —preguntó con timidez.
—Sí.

Entró cerrando la puerta detrás de sí y caminó hasta pararse frente a mí. Tomó uno de los trajes de baño.

—Póntelo y regresamos a la piscina.

—No hace falta hacer eso —le dije mirándola seriamente.

—Perdóname, Jennie. Soy celosa, malcriada, todo lo que quieras, pero yo de verdad te amo.

—Lisa, no me molesta que seas así, pero las cosas tienen límites. No puedes enfrentarte a todo el mundo. No debes avergonzarme y sobre todo, debes confiar en mí. Yo te amo y solo tengo ojos para ti.
Me tomó en sus brazos y me besó dulcemente.

—¿Quieres regresar? Hay uno muy, muy diminuto de color verde que puedes usar si quieres.

—Sí. Lo vi, me lo voy a poner. Espera un momento.

Fui al baño y me lo puse. Realmente era muy pequeño, no dejaba nada a la imaginación. Al salir, los ojos de Lisa se tornaron demasiado profundos y oscuros.

—Vamos a donde quieras —dijo.

—No quiero ir a ningún lado. Este es solo para ti, Lisa.

Sonrió satisfecha y con un rápido movimiento me tomó por la cintura y me devoró con sus besos. Esos besos que tanto me gustan y que me vuelven tan loca.
Me cogió en sus brazos y me apoyó contra la pared, sin dejar de besar ni acariciar mi cuerpo en ningún momento. Sin duda, mi mujer estaba disfrutando de este bañador y de como me quedaba.

Empezó a caminar conmigo colgada de ella. Yo aproveché ese momento para meterme en su cuello y darle pequeños mordiscos, sabía que eso la volvía loca.
Estaba concentrada en acariciar a mi mujer, cuando sentí como mi espalda chocaba contra una pared y un chorro de agua tibia empezó a caer por todo mi cuerpo. Rápidamente levanté mi cabeza y pude comprobar, que en vez de estar en la cama, que es dónde creía que me llevaba, estábamos dentro de la ducha.

No sé porque, pero el agua tibia cayendo por mi cuerpo y las caricias de Lisa, lograron que me excitara aún más de lo que ya estaba. Sin duda, mi mujer sabía como volverme loca.
Dejó que mis pies tocaran el suelo, quedandonos la una enfrente de la otra. Lisa se quedó mirándome fijamente a los ojos, posó sus manos en mi cara y fue bajándolas por mi cuello, hombros, hasta llegar a los tirantes de mi bañador, donde se detuvo. Se acercó a mi oído y me susurró;

—Me encanta y me vuelve loca como te queda éste diminuto bañador, pero ahora mismo estorba mucho en mis planes.

Sin decir nada más, fue bajando los tirantes de mi bañador a la vez que acariciaba mi cuerpo, hasta dejar mis senos en completa libertad. No tardó nada en abordarlos, su boca fue directa hacia ellos, primero uno y luego el otro, lamiendo y dejando suaves besos y caricias, para acabar mordiendome ambos pezones. Sin poderlo evitar, por mi boca salieron varios gemidos.

Mi mujer siguió con su recorrido, fue bajando mi bañador a la vez que iba besando cada centímetro de mi cuerpo, hasta acabar quitándomelo por completo.
Lisa se arrodilló ante mí. Al verla en esa posición sabía lo que iba a hacer, y con solo imaginarmelo ya estaba apunto de llegar al orgasmo.

—Abre las piernas —dijo de manera autoritaria.

Automáticamente hice lo que ella me dijo, y lo siguiente que sentí fue como su lengua recorría todo mi sexo, lamiendo y succionando sin compasión.
Mis piernas comenzaron a temblar y mis gemidos ambientaron todo el baño. Sentir el agua caer sobre mi cuerpo y a Lisa dentro de mi, sin duda era una deliciosa sensación.
Sentía que estaba apunto de llegar a mi límite, y así se lo hice saber. Posé mi mano en su cabeza y la empujé aún más hacia mí.

—Sigue mi amor, estoy apunto. No pares, por favor —dije casi sin aliento.

—Mírame. Quiero ver tu cara al irte.

Y así lo hice, bajé mi vista hacia ella, y al ver su mirada de pasión, fue lo que me hizo llegar al éxtasis máximo, dejándome ir en ella.
Lisa subió de nuevo hacia mi y me besó como sólo ella sabía hacerlo.

—Te amo, mi amor —dijo sonriendo sin parar de mirarme.

—Yo también te amo, Lisa.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora