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Lisa llamó a Jennie a su oficina. Tenía que hablar con ella. Tenía que decirle mucho, pero no decirle nada al mismo tiempo.

—Hola, Lisa.

Lisa levantó la cabeza y sonrió al verla.

—Hola, mi amor. Ven, quiero hablar contigo —dijo al tiempo que se levantó y se acercó. Le dio un suave beso, la tomó de la mano y la llevó hasta su escritorio. Tomó asiento y la sentó en en sus piernas.

Jennie se resistió un poco.

—Lisa, nos pueden ver.

—Shhh... —la acomodó sobre sus piernas y la sostuvo por la cintura—. No me importa ni un poquito. Ahora, si te molesta... —dejó la opción en el aire.

—Ni un poquito —dijo sonriendo y posó un suave beso en sus labios.

La abogada guardó silencio por unos segundos, pero sin dejar de mirarla. Jennie frunció el entrecejo interrogándola en silencio por su actitud.

—Esa mujer fue mi novia en el pasado —comenzó a hablar Lisa—. Me dejó por su esposo. Me dolió mucho, pero me recuperé. Ahora estoy enamorada de ti. Eres mi mujer y te amo.

Jennie no dijo nada mientras las palabras de Lisa penetraron en ella.

—¿La olvidaste? —preguntó insegura.

—¿Qué clase de pregunta es esa? —Lisa se tensó—. Ella no me importa, pero es una clienta importante. Tengo que tratarla bien. Por eso tendré que cenar con ella hoy y tal vez algunas veces más.

Jennie trató de levantarse de las piernas de Lisa, pero ella no se lo permitió. La becaria se negó a mirarla. Sin embargo, Lisa la tomó por la barbilla con delicadeza y la obligó a mirarla.

—Tienes que confiar en mi amor. Siempre. Haga lo que haga, tú siempre serás la dueña de mi corazón y mi mujer. La madre de mis hijos. Te hablo con el corazón en la mano.

Jennie guardó silencio unos segundos. Sus penetrantes ojos la miraron con adoración.

—Yo también te amo y quiero ser siempre eso para ti. No puedo ser menos, Lisa. No podría vivir con eso.

—No serás menos que eso, Jennie —le aseguró—. Nunca. No sé cómo siquiera puedes pensarlo. Dame tiempo y confía en mí. Apóyame incondicionalmente. No dudes nunca de mí. Mi amor es sincero —dijo y la besó.

Fue un beso suave, pero posesivo. Unos segundos después, Jennie se alejó unos centímetros para tomar un poco de Jennie.

—Está bien. Sé que hay algo que no me quieres decir, pero confío en ti.

Lisa respiró con alivio. Jennie estaría a su lado, era todo lo que pedía. Le sonrió tiernamente y pegó su frente a la de ella disfrutando de la presencia de la mujer que amaba, de su aroma. Su perfume la llenó de calma.

—Jennie, quiero preguntarte algo. No será ahora, pero más adelante, ¿te gustaría tener a mi hijos? —preguntó y se sintió vulnerable.

Que Jennie aceptara, para ella era primordial. Formar una familia a su lado se convirtió en su sueño y deseo más anhelado.

—Lisa, —ahora fue Jennie quien tomó la barbilla de la mujer que tenía en frente —nada me haría más feliz —respondió sonriéndole con ternura y timidez al mismo tiempo.

Lisa sonrió, pero aún faltaba algo.

—Espera. No he terminado de decirte todo —Lisa hizo una breve pausa para ordenador sus pensamientos—. Quiero que sean mis óvulos y el donante de esperma que tú decidas.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora