50

651 58 14
                                    

-Narra Jennie-

Ahora podía entender todo. Ahora entendía que Lisa no quisiera verme, que no quisiera hablar conmigo. No sólo pensaba que la engañaba, sino que también sabía que estaba embarazada. Esto iba a ser más difícil de lo que ya pensaba.

—Déjame explicarte —le pedí.

—Cómo se puede explicar que eres una cualquiera. ¿De cuánto tiempo estás?

—Lisa, no me hables así.

—¡Respóndeme ahora mismo!

—Déjame explicarte.

Lisa se acercó a mí en un segundo y puso su cara a centímetros de la mía.

—¡¡Respóndeme!! —exigió con un grito.

Yo solo la miré sin poder creerlo.

—¿Todo está bien? —preguntó un agente que abrió la puerta en cuanto escuchó el grito.

—Todo está bien —respondí sin dejar de mirar a Lisa.

Entonces el hombre cerró de nuevo la puerta.

—Creo que es mejor que te marches ahora.

—No me voy a ir.

—Entonces respóndeme —me tomó por las muñecas con fuerza.

—Lisa, me estás asustando.

Eso pareció que la despertó un poco de lo que estaba sintiendo. Me soltó de inmediato y se sentó en una de las sillas echándose atrás y cruzando las piernas.

—Yo nunca te haría daño.

—Eso lo sé, pero tengo miedo de lo que te estas convirtiendo.

—¿De cuánto tiempo estás? —insistió.

Supe entonces que no iba a ceder.

—Entre unas cinco y seis semanas, aproximadamente.

—¿Cómo pudiste hacerme esto?

—Lisa, no es así.

Su mirada era fría como el hielo. Estaba haciendo cálculos, lo sabía. Su mente era capaz de procesar a una velocidad vertiginosa siempre y cuando no se trataran de cosas del corazón; en eso era una idiota como lo estaba demostrando en este momento.

—Sabes que puedo quitarte todo por infidelidad —dijo.

—No tengo nada que perder, pero tú si vas a perder mucho si no me escuchas.

—Dile a mi tío y a tu marido que no acepto ningún trato, que los voy a hundir hasta que no quede nada de ellos.

—¿A mí también me vas a hundir? —pregunté desafiándola.

—Debería. Te mereces algo mucho peor que lo que voy a hacer con ellos, ya que a ti yo te amaba

—su mirada se perdió en la pared, pensándolo, decidiendo. Y luego continuó hablando

—. Cuida de tu hijo y no vuelvas nunca. Quédate con todo, yo no quiero nada más. Se jodidamente feliz si es que puedes después de traicionarme. Yo solo quiero no volver a verte nunca más en mi vida.

—Lisa, habla conmigo —le pedí casi como una súplica.

Su mirada de hielo me congeló los huesos. Podía pelear con ella, discutir, pero que se aislara y me alejara de ella no, eso no podía soportarlo. No me extrañaba verla así, Lisa era capaz de cualquier cosa, pero aun en esta situación, sabía que no me haría daño; al menos no intencionalmente. Ahora, con su rechazo, me estaba partiendo el corazón. Coloqué mi mano sobre la suya y la quitó como si le quemara.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora