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En el camino pararon a comprar algunas delicateses, una botella de vino, ingredientes para una ensalada, carne, camarones y carbón.

—¿Para qué es el carbón, Lisa?

—Ya verás, te va a gustar. O al menos eso espero —contestó Lisa sonriendo.

Cuando llegaron al edificio, era precioso. Tenía una piscina grande, áreas verdes, parque y toboganes de agua. Estaba diseñado para niños. A Jennie le pareció extraño que Lisa lo comprara.

Cuando entró al apartamento, se quedó sorprendida. Era de colores pasteles y había fotografías por todos lados. Había una foto de una pareja abrazada que sonreía feliz. Debían ser sus padres. Lisa era idéntica a su padre, pero tenía los ojos de su madre. También había muchas fotos de ella en la piscina, jugando a futbol, llena de pintura. Era una hermosa bebé. Sus hijos serían hermosos.

—¿Qué te parece? —preguntó Lisa sorprendiéndola un poco. Jennie se quedó absorta mirando cada fotografía—. ¿Mucho para remodelar?

—Lisa, no quiero cambiar nada. Me encanta —dijo sonriendo ampliamente.

—Era de mis padres. Aquí pasé momentos hermosos a su lado. Eran tan felices y yo lo era con ellos —hizo una pausa mientras echaba una mirada al amplio apartamento—. Alguien lo limpia todas las semanas y yo vengo al menos una vez por mes. Me recuerda a mis padres. La casa donde crecí la vendió mi tío porque pensó que no la quería, pero si no fuera por eso, también la conservaría —dijo con nostalgia.

—Gracias por traerme aquí.

—Eres la primera mujer que traigo. Porque Jennie, esto es tuyo... Es nuestro.

Jennie se lanzó a los brazos de Lisa y la besó. Ella era fuerte para unas cosas y tan dulce para otras. Era el amor de su vida. La amaba muchísimo.

—Vaya, esa reacción me encanta y eso que aún no lo ves completo.

Unos minutos después, las dos hicieron un recorrido por la propiedad. Tenía tres dormitorios. El principal, uno que debió ser de Lisa y otro para visitas, pero lo que más le gustó a Jennie fue una terraza que tenía el apartamento con una estructura para hacer barbacoas. La vista daba al mar y también un jacuzzi para cuatro personas.

—¿Así que para esto era el carbón? —dijo Jennie entendiendo al fin.

—Si. Vamos a hacer carne a la parrilla y brochetas de camarones. Es lo único que sé hacer. Mi padre me enseñó —dijo Lisa sintiéndose como una niña.

Jennie se percató de ello. Le pareció tierno.

—Yo soy más que feliz por probarlo —dijo acercándose a ella y colgándose de su cuello—. Aquí quedarían muy lindas algunas plantas.

Lisa soltó una carcajada.

—¿No se supone que no cambiarías nada?

—Eso no es cambiar, es agregar —arguyó con fingido gesto de molestia.

—Había plantas, pero se secaron. Estuvo mucho tiempo cerrado —confesó con tristeza en su voz.

—Pues, eso lo solucionaremos —prometió para animar a su novia—. Termino con el otro y vengo a este.

Lisa sonrió.

—Como tú quieras, mi amor —dijo besando a su mujer.

Descorcharon una botella de vino y Lisa encendió el carbón para la parrilla. Jennie preparó una ensalada con lechuga, queso de cabra y peras. El día estaba hermoso y sus corazones llenos de felicidad. De vez en cuando ella le echaba un vistazo a Lisa para ver como iba.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora