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-Narra Jennie-

Dormí solo el tiempo suficiente para recuperar el sentido. Cuando desperté, ella estaba dormida a mi lado con su brazo derecho sobre mi cintura. Ya no tenía puesto el arnés y no podía recordar cuándo se lo había quitado.

Le prometí a Lisa que pasaríamos toda nuestra primera noche de bodas haciendo el amor y se lo cumpliría, así que me dispuse a despertarla con suaves caricias.

La noche fue larga y llena de sensaciones inolvidables. Fue sencillamente perfecta para consagrar nuestro amor.

Cuando volví a despertar, aún estaba entre los brazos de Lisa.
Aparté el brazo que tenía alrededor de mi cintura con cuidado de no despertarla. Necesitaba darme una ducha, y después de una larga noche de pasión desatada, necesitaríamos un buen desayuno para recuperar las energías. Al menos yo tenía mucho apetito.
Me senté en la cama. Me di cuenta que me dolía todo el cuerpo, incluso en lugares que nunca había sentido antes. Lisa era una amante increíble, pero en nuestra noche de bodas, había estado más que inspirada.

Definitivamente nuestra luna de miel no la olvidaría nunca en mi vida. Había sido especial y no solo desde el punto de vista sexual. Habíamos sellado nuestro amor con algo más fuerte que la sangre. Yo no podía ser más feliz, realmente amaba a Lisa con locura y deseaba pasar el resto de mi vida a su lado. Y si era cierto que existía la vida más allá de esta, estaba segura que la encontraría. Lo nuestro sería por toda la eternidad.

Fui al baño y me di una ducha rápida. Ella todavía dormía y yo no deseaba despertarla. La había amado hasta saciarme y ella me había regalado todos sus gemidos.
Además, trabajaba demasiado y se merecía unos días, no solo llenos de amor, también de descanso.

No podía creer que alguna vez dudara en estar con ella. Mi vida no tendría sentido si no estaba a mi lado. La amaba tal y como era. Me puse un vestido blanco playero de tela hindú y me dispuse a salir de la habitación para ordenar el desayuno. Apenas abrí la puerta, me encontré con la mujer que nos había recibido la noche anterior.

—Buenos días. Espero que pasaran una buena noche —me dijo atentamente.
No pude evitar sonreír.

—Buenos días. La pasamos muy bien, gracias.

—¿Qué le gustaría desayunar?

—De todo, realmente. Tengo apetito y estoy segura que cuando Lisa despierte, también lo tendrá. Tal vez un desayuno americano, algo de frutas.

—En unos minutos se lo traeré —me ofreció.

La mujer se marchó y yo me quedé mirando al mar perdida en mis pensamientos. Realmente no me lo podía creer. Estaba en un hotel increíble con una hermosa vista, casada con una mujer y no con una cualquiera, sino con Lisa Manoban. Celosa, malcriada, controladora, dulce, tierna, apasionada y sobre todo, una persona con los sentimientos más puros que he conocido en toda mi vida. Me casaría con ella sin dudarlo una y mil veces más.

No sé cuánto tiempo había pasado cuando sentí sus brazos rodeando mi cintura, abrazándome desde atrás y apretándome contra ella.

—Buenos días, señora Manoban.

—Buenos días, dormilona —le respondí sonriendo—. Tu cabello aún gotea y me estas mojando.
—Necesitaba darme una ducha, luego me pareció que ya habia pasado demasiado tiempo lejos, así que apenas terminé vine a ti.

Mi sorpresa fue enorme cuando al girarme, me encontré con el cuerpo espectacular de Lisa envuelto en una diminuta toalla, mirándome traviesa.

—Realmente no te vestiste para venir —observé.

—No. Me moría por verte.
La besé en los labios y sonreí.

—En el baño te dejé una bata que seguro no viste. Eres una cosa seria, algunas veces pareces una niña.

—Niños son los que quiero tener contigo.

—Vamos a tener muchos hijos. Arruinaste mi sorpresa, quería despertarte con el desayuno.

—Mi mejor desayuno eres tú, así que me lo puedes dar ahora mismo si quieres.

Esta mujer nunca se agotaba y la verdad era que con solo imaginar a lo que se refería, me humedecía de inmediato.

—Disculpen —dijo la mujer para llamar nuestra atención—. Les traje el desayuno.

—Muchas gracias —le agradecí.

—¿Qué desean para almorzar o cenar? —me preguntó.

—Yo voy a vestirme. Gracias por el desayuno —dijo Lisa llevándose el carrito adentro de la habitación.

—Realmente no necesitamos el almuerzo. Quiero pasear por el hotel con mi esposa, pero para la cena me gustaría langosta. En cuanto a la preparación, sorpréndame. Y una botella de champán bien fría, por favor.

—¿Le gustaría cenar en la habitación o en la playa?

—En la playa.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora