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—Está bien, creo que les caería bien unas vacaciones, pero con una condición.

—¿Cuál? —preguntó mi padre con suspicacia.

—Dame la tarjeta de Taeyang.

—Me gustó ese joven y tal vez con él podrías tener una relación normal.

—Papá, estoy casada y planeo estarlo por el resto de mi vida.

Mi padre puso la tarjeta sobre mi escritorio un tanto molesto, pero aceptándolo.

—Muy bien, les haré llegar todo a casa.

—Gracias, hija —dijo mi madre.

Mi padre no dijo nada, solo se levantó y se fue. Mi madre corrió tras él dejando un <<adiós, hija>> en el aire que apenas llegué a escuchar. Realmente era difícil lidiar con mis padres, pero ahora tenía problemas mayores que ellos.

Lo que había dicho Taeyang me dejó preocupada; tal vez debía contarle a Lisa. No pude darle más vueltas al asunto, ya que en eso sonó mi teléfono y era justamente mi mujer.

—Hola, Lisa, ¿cómo va todo?

—Más o menos. La familia está muy afectada. Al parecer fue un fallo mecánico del coche.

—Qué mala suerte.

—Sí, mi amor. Voy a pasar ahora por ti, quiero que estés conmigo.

—Quisiera pasar por casa a cambiarme.

—No. Te llevaré la ropa y te cambias en la oficina.

—Lisa, ¿por qué siempre eres tan mandona?

—Te necesito conmigo ahora.

—Está bien, te espero aquí.

Lisa llegó al poco tiempo. Me di cuenta que ya tenía mi ropa en sus manos cuando llamó. Su seguridad sobre que la complacería era tan grande, pero a la vez tan efímera. Ella era más frágil de lo que incluso podía suponer o aceptar, pero no importaba, ya que yo la amaba tal y como era.

Me cambié mientras mi esposa me esperaba sentada en el sofá de la oficina. Sabía que estaba muy afectada por la muerte de Jin aunque ella trataba de que no se le notara. Siempre queriendo aparentar ser tan fuerte. Lisa era realmente hermosa y maravillosa.

—Estoy lista. Ya podemos irnos.

—Vamos. No te pregunté, discúlpame, por favor. ¿Qué tal tu día?

—No te preocupes, mi amor. Nada que no pueda manejar.

Le di un beso en los labios y tomé su mano para irnos. Lisa tenía muchos problemas, ahora no necesitaba uno más, así que yo me encargaría de todo esta vez.

El velatorio fue triste como se esperaba en el caso del fallecimiento de un hombre tan joven. Ver a unos padres llorar a un hijo, después de haber perdido a una hija en el pasado, era sencillamente desolador. No existía forma de expresar tanto dolor.

Yo estaba muy orgullosa de lo buena que podía ser mi mujer y afectada también por todo lo que se nos estaba viniendo encima. Tal vez todo sería más sencillo si Lisa no fuera una mujer con tantas responsabilidades sino alguien más común y corriente.

—¿Estás bien? —le pregunté cuando se sentó a mi lado.

—Un poco cansada, mi amor.

—Necesitas descansar, vámonos a casa.

—Creo que debería quedarme. ¿Por qué no vas tú y yo te alcanzo luego?.

—Ni lo sueñes, Lisa. Te vas conmigo y no me hagas poner de mal humor.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora