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Jennie se cubrió la cara con las manos. No podía creerlo. Cuando su rostro volvió a aparecer, estaba sonriendo.

—Claro que si, Lisa. Te amo —respondió sin dudarlo ni un segundo.

Lisa también sonrió ampliamente.

Sacó el anillo y se lo puso en el dedo, luego la besó tiernamente. Jennie la abrazó como si no quisiera dejar de sentirla cerca. Como había extrañado a la mujer que amaba. Entonces sintió que temblaba y lo mojada que estaba.

—Te vas a resfriar. Vamos a quitarte esa ropa.

La abogada sonrió.

—Claro, mi amor. Tus palabras son órdenes para mí.

Jennie la tomó de la mano y la llevó a la habitación. Lisa se quitó toda la ropa, luego hizo lo propio con la de ella. Se amaron entonces lentamente. Con ternura. Con adoración. Definitivamente, eso era hacer el amor. Era un hogar, una familia. Eso era vivir de verdad.

Ese día lo pasaron juntas en la cama haciendo planes para el futuro. Tocando el cielo con los dedos.

—Yo quiero tres niños —dijo Lisa.

—No. Dos son suficientes —contrarrestó la mujer en sus brazos.

—Tal vez cuatro o cinco.

—Pero me vas a tener embarazada todo el tiempo —se quejó Jennie—. Estaba pensando... ¿Qué tal si usamos tus óvulos y le pedimos a mi hermano que sea el donante?

—No sé. Pueden ser tus óvulos, no tengo problema con eso.

—Pero de esa forma tendrán sangre de las dos y mi hermano seguro dirá que si.

—Es que no me imagino embarazada —torció el gesto—. ¿Qué tal uno tú y uno yo? —ofreció.

Jennie soltó una carcajada por la cara de Lisa.

—Lisa, que malcriada eres. Serán dos y los tendré yo. Tú pones el óvulo y yo mi vientre.

—Está bien, Jennie. Me gusta —la abrazó—. Compraremos una casa más grande con parque para los niños, salón de juegos y la decorarás como tú quieras, mi amor.

—Lisa, —Jennie se separó un poco de ella para mirarla a los ojos —no necesito más de lo que me das.

—Esta casa tiene sólo dos habitaciónes y ya es hora de que dejes ese plan de <<no quiero nada más>>. Tenemos dinero. Mucho dinero. Tu serás una Manoban y lo mío, es tuyo. Al pasar todo este asunto de las acciones, te compraré un coche y tendrás tus tarjetas de crédito.

—Pero... —quiso protestar Jennie, pero ella la detuvo.

—Pero nada. Ese dinero es mío y por lo tanto, tuyo, así que métetelo en la cabeza.

—¿Qué tanto dinero tienes? O mejor dicho, ¿qué tanto dinero tenemos? —preguntó Jennie.

—Entre mis inversiones, propiedades, aviones y coches que tiene mi tío y son míos —hizo una pausa mientras calculó mentalmente—. Y teniendo la mayoría de las acciones de la empresa, tenemos dinero para tres generaciones.

—¿Más que los Park? —Jennie se sorprendió.

—Son pobres delante de nosotros, así que disfrutémoslo. Trabajemos por ello, para que nuestros hijos, pero sobre todo, nosotras seamos felices.

Jennie sintió alegría de tener más dinero que los Park. Sabía que estaba mal, pero odiaba a Mina.

—Lo sé, mi amor. Será difícil acostumbrarme. Viene con el paquete y te acepto, pero que quede claro que te amaría aun si no tuvieras tanto dinero.

El Amor No Tiene Escape[Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora