TENEMOS QUE HABLAR

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Estando en la habitación, ambos acomodaban sus cosas en los cajones, ninguno se dirigía la palabra, pero se daban miradas furtivas cada ciertos segundos. Joaquín era el que intentaba ser más cauteloso, sin embargo una prenda que el mayor sacó de su maleta llamó tanto su atención que no pudo evitar comentar.

-¿Aún usas esos calzones? Deben estar asquerosos- Mirando la prenda de flores rosadas con plantas.

-Cada año compro un par nuevo-se explicó el rizado, mientras guardaba la prenda en un cajón superior- Además ¿qué haces observando mi ropa interior?

-Tu ropa interior se cruzó en mi mirada, no es que quisiera ver a propósito- dijo levemente sonrojado el menor, no le gustaba ser descubierto y menos aún haber soltado una tontera, era más que obvio que eran nuevos, ¿Qué ropa interior aguantaría 10 años?.

-Joaco, escucha...-empezó a decir Emilio acercándose lentamente- Como compartiremos habitación, quiero que nos llevemos bien.

-Aún me pregunto de quién fue la idea- pensó nuevamente en voz alta el otro muchacho.

-Tengo sospechas de Andrea-dijo también pensando en voz alta el contrario -Pero no es el punto ahora, como te decía, de verdad quiero que nos llevemos bien estos quince días aquí, es más...Espera un poco.- se dio media vuelta buscando afanado en su maleta.

Joaquín sólo se quedó allí quieto observando los movimientos de su compañero, quien cuidadosamente sacó un envoltorio de regalo de allí, para luego caminar hacia donde estaba el castaño.

-Esto es en agradecimiento por tu contención en el ascensor-Joaquín tomó el envoltorio en sus manos sin saber exactamente qué hacer. -Espero que realmente te guste, creo que es de tu onda. Ábrelo. -Emilio le dirigió una sonrisa, indicando que daba el permiso para desenvolver el regalo, ante su grata sorpresa, era un set de jabones y sales de baño que atraían energía espiritual, algo que al castaño le fascinaba mucho.

-Emilio, este...No tengo palabras. - su voz reflejaba sorpresa y agrado.

-Un Gracias podría servir.

-Gracias Emilio, me gusto mucho tu regalo, aunque igual no te hubieras molestado. Lo que hice aquel día, es lo que sentía que debía hacer en aquel momento.

-Bueno, si quieres puedes probar los jabones y sales ahora.

-Emilio, no te aproveches- Lo regañó Joaquín fingiendo una mirada seria.

-Si no fuera que te conozco tan bien, creería que en serio te has enfadado.

-En verdad, hablando de seriedad...-Emilio le devolvió una mirada asustada a lo que Joaquín lo tranquilizó diciéndole que no era nada grave- Creo que es el momento de que tengamos esa conversación que nos debemos desde que terminamos.- el contrario bajó la vista pensativo unos segundos antes de confirmar.

-Creo lo mismo, al fin coincidimos en algo- dijo el mayor notando la mirada juzgadora de Joaco- Ya wey, ¡Relájate!, no me mires así, lo dije en buen plan porque hace mucho no coincidíamos en algo y porque de verdad quiero arreglar las cosas.

-Creo que los dos cometimos errores, éramos inmaduros e idealizamos lo nuestro, fuimos ingenuos y pensamos que podríamos con todo, pero no fue así.

-Es verdad, y por mi parte también me faltaba aceptarme y tener la fortaleza para enfrentar quien soy, entenderme, conocerme y eso solo lo aprendí cuando me fui a estudiar a Estados Unidos donde conocí otras realidades, donde no estaba 24/7 pensando en cumplir expectativas de nadie, además... En el momento que tuvimos la oportunidad de hablar nos ganó el orgullo y eso provocó que nunca pudimos conversarlo, dejamos pasar todos estos años, ambos, la herida nunca cerró como correspondía, ese sentimiento tan bonito que una vez hubo lo dejamos morir de la peor forma. - El silencio reinó un momento, Emilio se sentía más nervioso a cada segundo mientras Joaco miraba sus manos.- Okey, okey, okey, este silencio me pone nervioso, comencemos de nuevo, muy a tu manera, pero a mi modo- ante la cara de interrogación de su compañero continuó mientras se acomodaba en su cama en posición de loto.- Hablemos de lo más sencillo y relajado y así, pero con una condición, ninguno de los dos podrá hacer una acusación hacia el otro, el que no lo cumpla, le deberá pagar una comida al otro, ¿te late?-
-Bien, me late- dijo finalmente acomodándose en su sitio.

TU CAMINO : Después de Aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora