Capitulo 1: La Solitaria Katherine

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"Querido diario, hoy es un día más en esta casa, en este árbol escribiendote, en este mundo. Nada nuevo hay, el profesor haciendo sus cosas de profesor, la señora McCready siendo una obsesa del orden y yo, una chica de 14 años solitaria que solo puede escribir historias imaginarias para pasar el rato. La guerra continúa y como consecuencia muchos padres mandan a sus hijos al campo, donde lo único que te puede atacar es una oveja desviada de su rebaño. Pero yo llevo viviendo aquí desde que tengo memoria, como tu bien sabes diario, soy huérfana desde que nací y McCready me encontró haciéndose cargo de mi, no la gustan los niños y aún así me cuidó desde pequeña. Es lo más parecido que tengo a una madre, pero es más la madrastra de Blancanieves. Y sobre mis padres no sé nada de ellos y nunca he podido encontrar alguna información suya, es como si nunca hubieran existido. Retomando el tema de la guerra, hoy McCready va a traer cuatro hermanos a casa y no se como sentirme, apenas he tenido contacto con personas de mi edad, bueno con personas en general, solo con mi tutora y el profesor quien se ha encargado de mi educación, por lo que nunca he ido a un colegio y no se como relacionarme". - levanté mi vista del diario por una ardilla que se aproximaba, cogí una nuez de la pequeña bolsa de frutos secos que traía conmigo y la ofrecí a la pequeña roedora comer de mi mano, algo que hizo y sonreí.

"Los animales son los amigos que tengo, las ardillas, los pájaros y los pequeños animales que habitan cerca de aquí me alegran un poco los días. Incluso muchas veces sueño con un león, un león muy grande que me mira desde arriba en el sueño, parece que me va a comer, pero se porta bien conmigo. Según la perspectiva del sueño yo debo ser bebé o muy pequeña. Nunca tuve una mascota, al profesor no le importa, pero mi tutora se niega rotundamente a tener algún animal corriendo por casa ensuciando y rompiendo cosas, así que las ardillas que alimento son mis mascotas". - escuché la carroza de McCready acercarse, ya venían los nuevos.
"Eso es todo por hoy diario, volveré a escribirte pronto".

Dejé mi diario a un lado y alimenté un poco más a la ardilla que ahora venía con una amiga, cuando oí como la señora y los niños entraron ya en la casa. Antes de que llegarán, Cready me dijo que pretendiera no molestar a los hermanos o que fuera amable y como no se como hablar con personas preferí aislarme y si es posible no relacionarme con ellos, no me gustaría hacer algo mal.

Narradora:

Mientras nuestra protagonista se fundía con las mismas historias que ella inventaba y soñaba hacer realidad, la señora McCready enseñaba y daba explicaciones a los Pevensie sobre cómo vivir en la casa.

- El señor Kirke no está acostumbrado a recibir niños en la casa. - explicaba ella a los niños mientras caminaban por la gran casa.

- Así que deben seguir unas cuantas reglas. La primera es no gritar, ni correr. - dijo mientras subían las escaleras y se giraba para ver a los niños.

- No pueden utilizar el montaplatos y ¡No! Toquen ningún objeto. - gritó al ver cómo la hermana mayor estaba a punto de tocar un valioso objeto, a lo que miró avergonzada a la mujer.

- Y sobretodo, no deben molestar al profesor.

- ¿Quién es ella? - preguntó el hermano menor mirando hacia la ventana, donde estaba Katherine aún en el árbol demasiado concentrada en sus historias como para haberse dado cuenta de que era momento de esconderse.

- Es mi ahijada, Katherine, debería estar en su habitación. - dijo en tono molesto.

- No os preocupeis por ella.

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Los hermanos Pevensie se encontraban en la habitación de las chicas escuchando las fatídicas noticias de la radio: "Anoche la fuerza aérea Alemana realizó varios ataques a Gran Bretaña. Los bombardeos que duraron varias horas sobre las...".

Tu eres mi destino [Edmund Pevensie] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora