Capitulo 11: El Sacrificio

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En el capítulo anterior:

- No debes preocuparte Katherine. - me dijo el león. Yo suspiré.

- Confío en ti, Aslan, pero aún así...

- Se que te asusta, pero durará poco. - el león se alejó algo apenado y yo bajé con los hermanos.

- ¿Estas bien? - me preguntó Edmund preocupado.

- Perfectamente. - le sonreí.

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Ya era de noche, no era capaz de dormir y por lo que veía Lucy tampoco, me levanté con cuidado intentando que no me escuchara y fui con Aslan.

- ¿Estas lista, querida?

- Supongo que si.

- Es muy valiente lo que estás haciendo.

- No puedo dejar que muera, tiene una familia y es muy importante para mí.

- Lo he notado, pequeña. Y probablemente será más importante en un futuro. - sonreí, es cierto supongo que podría serlo, además si lo que me dijo es cierto no moriré hoy. Aslan se paró.

- ¿No deberíais estar durmiendo? - las chicas nos seguían.

- No podíamos dormir.

- ¿Podemos ir con vosotros? - dijo Susan.

- Nos gustaría tener vuestra compañía esta noche. - hablé, Lucy agarró mi mano, yo sujeté el cabello de Aslan al igual que Susan.

Ya llegamos al lugar de encuentro.

- Debemos continuar solos.

- Pero Aslan.

- Debéis confiar en nosotros, tenemos que hacerlo. Gracias Susan, gracias Lucy y adiós. - dijo el, yo abracé a las chicas.

- Gracias por haberme hecho vuestra amiga y decirle a Edmund que no se preocupe por mi. - las sonreí brevemente y fui con Aslan.

Mientras subíamos las escaleras para llegar a la mesa de piedra donde estaba la bruja, los malvados leales de ella nos iluminaban con antorchas y nos hacían malas caras, más feas que las suyas propias. Lo que parecía ser un murciélago gigante se paró frente a nosotros, pero la mirada intimidante de Aslan le hizo huir asustado. Llegamos a donde la bruja.

- He aquí el gran león y la pequeña impertinente.

Un minotauro dio un golpecito a Aslan con su arma y la reina le ordenó empujarle haciéndolo caer, lo mismo hicieron conmigo.

- ¿Que vas a hacer ahora, princesita? - me dijo el enano.

- Atadlos bien.

Nos ataron de brazos y piernas, y patas en el caso de Aslan, también ataron su boca y taparon la mía. Amarraron demasiado fuerte las sogas, sentía como mi circulación se iba cortando, incluso a veces por la fuerza de las cuerdas, sangraba.

- Esperad. Hay que afeitarle primero. - y así fue como fueron cortando la preciosa melena de Aslan hasta dejarle sin nada, como si aún fuera un león adolescente.

- Y a ella. - volvió a hablar refiriéndose a mi.

- ¿Por qué no cortamos un poco su preciosa cara? - miré a Aslan asustada él me miró preocupado igual, él también estaba sufriendo.

Así fue como se acercó de nuevo a mi el enano, dejando que su puñal recorriera mi rostro clavando su filo en él, haciendo que de mis mejillas saliera aquel líquido vital rojo y mi rostro sangrara. Mientras tanto otros de sus secuaces me pegaban y me pisoteaban en el resto del cuerpo al igual que a Aslan.

Tu eres mi destino [Edmund Pevensie] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora