Capitulo 47: Volvamos A Narnia

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Narra Katherine:

Por fin llegaba a casa después de haber estado cuidando a 3 niños muy rebeldes por tan sólo 30 libras, pero bueno 3 días a la semana por 30 libras se convertían en 90, así que no podía quejarme del todo. Al llegar a casa seguía teniendo tarea debía ordenarla y hacer la comida, ese era el mayor trabajo de las mujeres por desgracia, pero realmente no me importaba.

Lo único que si me importaba y me preocupaba era mi relación con Edmund. Seguíamos juntos y trabajando duro para ahorrar para nuestra boda, pero su comportamiento era extraño. Tras volver de Estados Unidos y alquilar nuestra casa decidimos intentar tener un hijo, pero por mucho que lo intentábamos no podíamos. Tanto él como yo lo pasábamos mal, él creía que la culpa era suya y yo que era mía. Peter al ser nuestro médico nos dijo que aún siendo jóvenes quedarse embarazada era difícil y más si mis periodos eran irregulares. Nos hicimos pruebas y estaba todo bien, así que nos dijo que no nos preocupasemos y lo siguiéramos intentando. Pero aún así si que nos preocupabamos.

No obstante, el motivo real por lo que me preocupaba Edmund y su actitud, era porque no era tan cariñoso como antes y estaba siempre alterado y susceptible. Se que está frustrado por verse trabajando de camarero y no de abogado, por no poder quedarme embarazada y sobretodo por no estar en Narnia. Hace mucho que no hablamos sobre ese tema, él lo intenta evitar sobretodo cuando estamos solos.

Estaba terminando de poner la mesa cuando Edmund llegó.

- Hola cariño. - le dije.

- Hola. - contestó como decía bastante seco.

- Ya está la comida hecha.

Ambos nos sentamos en la mesa y empezamos a comer.

- ¿Que tal hoy en el trabajo? - le pregunté.

- Fatal, como siempre. El chico nuevo me ha empujado varias veces y lo he tirado todo.

- Bueno, pero no ha sido tu culpa, tranquilo seguro que ya aprende y no vuelve a pasar. - le dije con voz calmada para ver si le ayudaba a tranquilizarse.

- Si, bueno. - seguimos comiendo en silencio, un silencio que antes me parecía agradable, pero ahora siempre es incómodo.

- He pensado que podríamos ir esta tarde al centro a comprar algunos cuadros para decorar un poco la casa a nuestro gusto.

- No tenemos dinero para eso.

- Bueno, tenemos lo suficiente para unos cuadros baratos y seguir sobreviviendo. - simplemente lo propuse para pasar tiempo con él, lo único que hacía era trabajar y buscar otros trabajos.

- No me tiro todo el día trabajando como un simple camarero fregando platos y soportando servir a gente rica para gastarme ese dinero en cuadros que no valen para nada. - me contestó molesto.

- No eres el único que trabaja de lo que no le gusta, yo también gano dinero por si no lo sabías. Pero que vas a saber si nunca preguntas por mi, solo llegas y te pones a quejarte.

- ¿Es que quieres discutir?

- Pero si eres tú el que empieza. ¿No te das cuenta de cómo me hablas? ¿De cómo hablas a todo el mundo últimamente? Entiendo que no tengas el trabajo de tus sueños, pero podrías agradecer un poco lo que tienes. - le dije con un tono de voz un poco elevado, llevaba aguantando esto demasiado tiempo.

- ¿Y que es lo que tengo?

- Me tienes a mi, pedazo de idiota. Tienes a una chica dispuesta a casarse contigo, que llega agotada de su trabajo a hacer las tareas del hogar y preparar una fabulosa comida a su prometido para intentar alegrarle el día. Una chica que está dispuesta a sentarse y escuchar como te quejas de todo e intentar animarte, pero estás amargado.

Tu eres mi destino [Edmund Pevensie] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora