Capitulo 39: Tenemos Un Dragón

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En el capítulo anterior:

- Yo jamás he dudado de ti. De lo único que dudaba era de sí podría volver a verte y siempre he sabido que me esperarias igual que yo a ti, a menos que viéramos que pasaba demasiado tiempo. No me vuelvas a acusar de algo así, y hacer el favor de despertar los dos, os advertí de que este sitio tenía una magia oscura y Coriakin también nos advirtió y se está apoderando de vosotros, pero nooo a Katherine no se la escucha, Katherine no sabe lo que dice, a Katherine hay que protegerla, Katherine es una cobarde. Pues la cobarde no se deja manipular por nada, escucho a las personas cuando hay que escucharlas y soy capaz de ganaros en un duelo con los ojos cerrados. La próxima vez dejad de pensar que lo que digo son tonterías y hacerme caso, tengo mucho más cerebro que vosotros. Así que si no queréis que os saqué de aquí a chamuscazos mover el culo los dos, centrar vuestras mentes y salir por donde tendríamos que haber salido hace un buen rato. ¡Ya!

Los dos se miraron un rato y me hicieron caso comenzando a caminar.

- ¿Estas bien? - me preguntó Lu.

- Si, no te preocupes. - pero no, no estaba bien.

Los chicos salieron primero, después Lucy y después yo.

Narradora:

- Oh sí, sigamos la imaginaria estrella azul hasta la isla de... Ramandudo. Pongamos los siete cuchillitos en la mesa del león parlante. Necios. - decía un molesto y enfadado Eustace caminando por la isla hasta encontrarse con un sendero, que estaba repleto de objetos de oro.

- ¿Que es esto? - preguntó el muchacho resbalandose con una piedra y cayendo hacia el lugar, dándose cuenta de donde se encontraba.

- Me he muerto. - dijo alegre y asombrado pensando que había llegado al mismísimo paraíso.

Sin pensarlo dos veces, el chico cogió una copa de oro donde guardaba todos los objetos que se encontraba. Al levantar la vista se percató de un brazalete de oro que enseguida llamó su atención y tiró el resto de objetos para poder agarrarlo.

- ¡Ah! - exclamó el joven, levemente asustado, al ver que un esqueleto llevaba el brazalete.

- Tu si que estás muerto. - le tiró y cogió el brazalete colocándoselo.

- A ti ya no te va a hacer falta. - dijo él continuando con su recolecta, poniendo su atención en una parte más alejada del sendero, al oír una especie de rugido, pero no tardó en seguir cogiendo todo el oro que podía.

"Por fin, un giro favorable de los acontecimientos" pensó Eustace, pero lo que no sabía es que la niebla verde fue la que lo tentó y le puso en esta complicada tesitura.

Narra Katherine:

- ¿Cuando se la va a pasar el cabreo? - preguntó Caspian a Lu, eran los que más adelante iban, después Edmund y la última yo.

- Nunca. - contesté. Edmund se giró ante mí respuesta.

- Katty...

- No, tu te callas.

- Lo que dije no iba en serio, lo siento.

- Si ni siquiera sabes porque estoy enfadada no pidas perdón y camina. - él suspiró y siguió caminando, llegando con los tripulantes.

- ¿Que comida habéis encontrado? - preguntó Caspian.

- Es volcánica majestad, aquí apenas hay agua. - dijo el señor Rins.

- ¿Donde está Eustace? - preguntó Lu.

- Pues desde luego ayudándonos a cargar los botes no. - dijo Reep.

Tu eres mi destino [Edmund Pevensie] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora