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El viento que corría aquel día era tibio, inquietante a ratos, pero muy favorable para lo que ambos iban a hacer. Se olía humedad en el aire, lo que indicaba que podría llover, por lo que, la gente del pueblo debería estar resguardada dentro de su casa. Jimin sabía que aún no se acostumbraban a que la lluvia se les viniera encima. Y aquel año había sido especialmente lluvioso, terminando con largos años de sequía.

Estaban cerca del atardecer y en cuánto el sol se escondiera, Yoongi iría a casa a buscar algunas provisiones, y en especial, dinero y ropa. Jimin no estuvo de acuerdo desde un principio de enviar al lobo al pueblo, podía ser muy peligroso y arriesgado. Pero él terminó convenciéndolo con besos y mimos, prometiéndole que todo saldría bien, que sería como las veces anteriores.

Y Jimin deseaba que aquello fuera así. El clima aquel día, parecía decir que nada saldría fuera de lo común. Yoongi entraría al pueblo vestido con su caperuza roja, se dirigiría con seguridad hasta la casa y entraría sin hablar con nadie, y en caso de encontrarse con algún vecino, simular una voz resfriada y una tos.

Haber vivido tantos años en el pueblo y conocer a sus vecinos, lo tranquilizaban un poco y al ver a Yoongi con la caperuza, le hacía pensar que realmente se parecían mucho. Ambos medían lo mismo y tenían una forma de caminar similar, pero si alguien se fijara en los detalles, descubriría que la espalda de Yoongi es ligeramente más grande que la suya y que su piel es medio tono más claro.

—Jimin —murmuró buscando su mano y entrelazando sus dedos con los de él—, esta será la última vez. Nos iremos pronto.

—Si.

Ese era el plan. Conseguir dinero, ropa, y comida para poder atravesar el bosque, para alcanzar la carretera que daba a la gran ciudad y comenzar una nueva vida lejos de aquel retorcido pueblo, lejos de los recuerdos sangrientos y dolorosos que ambos tenían.

El plan era ser solo Jimin y Yoongi.

Ser dos personas, pero una a la vez.

Amarse.

Y estar juntos para siempre.

El sol desapareció a lo lejos y Yoongi le hizo una señal de que ya era hora. Se acercó a él un poco más para besarlo. Sus labios se unieron en un beso dulce y ansioso, lento y cálido. Se miraron a los ojos y se sonrieron completamente enamorados el uno del otro.

Vio como la roja silueta de Yoongi se perdía entre la vegetación cercana al inicio del pueblo. Sin saber qué hacer, se sentó apoyando su espalda en un árbol, contando los minutos que pasaban hasta su regreso.

Se sentía ansioso, pero a la vez, sabía que aquella era la última vez que correrían ese riesgo y lo ponía inmensamente feliz. Estaba pensando en qué tipo de casa vivir cuando estuvieran en la ciudad. Él apenas la conocía, pero había visto que muchas personas vivían en enormes bloques de concreto y otras tenían una vivienda mucho más austera y hogareña.

Quizás, la última opción le tentaba mucho más.

Cerró sus ojos y de pronto se quedó dormido, imaginando su vida junto a su lobo y sintiendo los lejanos sonidos de la ciudad en su mente. Incluso aquello le agradaba.

Se despertó cuando unas ligeras gotas tocaron su rostro y abrió los ojos desorientado. Le costó un par de segundos para darse cuenta qué había estado haciendo y con una rápida mirada al cielo y su alrededor, notó que era bastante tarde.

Se levantó deprisa, buscando a Yoongi mientras se giraba en redondo. No estaba por ningún lado.

Escuchó unas pisadas acercarse, se escondió de inmediato para ver quién era. Sus ojos intentaron enfocar aún más en la oscuridad y un leve destello de una caperuza roja le devolvió la tranquilidad. Yoongi apareció un par de minutos después, con una mochila a cuestas y jadeando agitado.

Jimin no esperó a que él explicara su demora, lo abrazó con fuerza, aspirando su aroma y sintiendo su cálido cuerpo junto al de él.

Yoongi soltó un leve quejido que hizo que alejara solo un poco, observó el rostro de su lobo bajo la oscura noche, pero este no se veía para nada bien.

—Jimin —pronunció su nombre a duras penas—, tenemos que salir de aquí.

No comprendió sus palabras hasta después de inspeccionarlo y ver cómo se apretaba un lado de su abdomen con una de sus manos. No lo comprendió hasta que escuchó como muchas pisadas se aproximaban hasta ellos y un murmullo de voces se acercaba más y más.

—Dame esa mochila —pidio Jimin para aligerar el peso del contrario. Se la colgó a los hombros y tomó la mano libre del lobo para caminar deprisa con él—. No deberían encontrarnos, conocemos el bosque mejor que ellos.

Un nudo se había instalado en su estómago, retorciéndolo. Intentó mantener la calma y seguir adelante, recordando algún lugar en dónde se podían esconder.

—Lo siento Jimin —susurró Yoongi a su lado.

—No es tu culpa.

Jimin negó con su cabeza y apretó aún más la mano de su lobo. Estaba comenzando a sentir culpable, no debió dejar que Yoongi fuera al pueblo fingiendo ser él, no en aquel momento, no cuando muchos estaban interesados en él.

—Jimin —volvió a susurrar Yoongi al momento en que un disparo rompió el silencio en el que se hallaban, dando paso, por mera coincidencia, a una lluvia mucho más intensa.

Caperucita encontró un árbol grande, escondido entre otros similares y alejados del camino principal por dónde se iba a la casa de la abuela. Su corazón estaba muy acelerado, pero procuró esconderse junto a Yoongi antes de ver cómo estaba.

Cuando estuvieron seguros, Jimin quitó la mano de su lobo del costado de su abdomen y levantó su camiseta, la cual estaba completamente empapada. No necesitaba luz para saber que aquella humedad provenía de la sangre. Observó de cerca como una herida grave ensuciaba la hermosa y suave piel de su lobo.

Sus manos temblaron al darse cuenta de que no era una simple herida superficial, que la cantidad de sangre era alarmante y que su lobo tenía cada vez menos energía.

No sabía qué hacer.

—Yoongi —lo llamó alarmado—. Amor...

—¿Tan mal se ve?

Jimin no contestó, comenzó a buscar en la mochila un par de prendas para presionar sobre la herida y detener, de alguna forma, la hemorragia. Yoongi soltó un jadeo.

—¿Quién?

—Los amigos de Hosung —murmuró en medio de quejidos—, pensaron que era tú Jimin, me cerraron el paso y cuando se dieron cuenta de que era yo...

Un segundo disparo se escuchó más cerca de lo que les hubiese gustado. Jimin tenía mucho miedo, estaba perdiendo el control de la situación y los sentimientos de rabia y culpa estaban haciendo estragos en su interior.

—Tenemos que seguir moviéndonos.

—Bien.

Avanzaron hacia el sur, alejándose cada vez más del pueblo y la cabaña. Yoongi lo seguía detrás de él con un paso lento y cansino, Jimin sabía que no podían estar mucho más rato caminando sin rumbo, debían descansar en algún momento. Pero entre la lluvia, la oscuridad y el peligro que estaban corriendo, no lo dejaban pensar con claridad.

Se dió la vuelta para tomar nuevamente la mano de Yoongi.

Y su corazón se detuvo.

Un tercer disparo se escuchó y Yoongi cayó al suelo de rodillas con sus ojos posados en los de él, suplicantes y llenos de lágrimas.

Y Jimin se quedó observandolo sin poder moverse con un un nudo en la garganta que le impedía gritar, y lágrimas que caían tan deprisa que se confundían con la lluvia.

Un sonido extraño y constante se escuchó a lo lejos, y el cuerpo del lobo, se desplomó en el suelo.

🐺

¡Hola!

Vamos avanzando hacia el final y por eso les dejo este capítulo más "largo"
Gracias por sus vistas, votos y comentarios 💕

~ i t s l e e l u ~

Red » YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora