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Tironeó de su labio inferior hasta que sintió el sabor metálico de su propia sangre. Al separarse, Jimin lamió la gota escarlata que comenzaba a bajar de su belfo hinchado y tan rojo como su caperuza, para recorrer su barbilla. Su lobo lo había sentado sobre el escritorio que estaba frente a la ventana que daba al camino que llevaba al centro del pueblo, la misma que este había utilizado para ver cuándo su madre volvía, por lo que el menor sabía que cualquiera podía ver lo que estaba ocurriendo allí si tan solo alzara la mirada.

Aunque realmente no le importaba.

Sus besos estaban siendo violentos y húmedos, todo lo contrario a la lentitud con las que sus grandes manos recorrían su pecho. Había desabotonado la camisa que traía puesta con calma, enfocando toda su fuerza en sus labios, pero aquella combinación estaba enloqueciendo a Jimin, sobre todo cuando las yemas de los pulgares de su amado lobo trataban círculos sobre sus pezones.

Jimin echó la cabeza hacia atrás mientras ahogaba un gemido cuando los cálidos labios de Yoongi tocaron su cuello, sintió su lengua recorrer su extensión y sus dientes encajarse en su manzana de Adán. Este succionó en distintos lugares del blanquecino cuello del mayor.

La existencia de su madre había quedado, dentro de la mente de caperucita, enterrada a varios pies bajo tierra, al igual que su abuela. ¿Qué tan enfermo debía de estar para disfrutar de un acto tan pecaminoso como aquel? La excitación que sentía solo por el hecho de compartir la misma sangre que su lobo lo estaba volviendo loco, la forma en que Yoongi gruñía sobre su piel y mordía dejando las diversas marcas le hacia sentir en el mismo infierno. Tan cálido, tan rojo, tan peligroso. No le importaba que su madre le encontrara algún vestigio de que su lobo lo tomó con una agresividad inimaginable, le importaba mucho más la nueva faceta que estaba viendo de él. 

El perrito dócil había abandonado su cuerpo para dejar a su lado a un verdadero lobo, a aquel que si lo vería en el bosque lo atraparía y despedazaría sin dudarlo un segundo. Y este Yoongi era mil veces mejor que el anterior, solo debía volver a domarlo como antes. 

Y aquel reto era sumamente excitante. 

De pronto el lobo bajó sus pantalones, ya rotos, y se llevó su pene erecto a la boca sin tomar una bocanada de aire. Hincado en el piso le miró mientras succionaba su miembro y jugueteaba con su lengua a lo largo de su extensión.

Sentía un cosquilleo en su bajo vientre y un fuego focalizarse en aquella zona, estaba sudando con una respiración agitada, como si hubieran tenido una gran sesión de sexo desenfrenado y Yoongi apenas estaba comenzando. Pero todo aquello se sentía diferente.

Abandonó su pene y comenzó a succionar sus testículos mientras con su grande mano de lobo bombeaba su miembro.

—Si sigues así me voy a correr —alegó Jimin entre gemidos.

—Es justamente lo que busco querido Jimin.

Volvió a chupar, esta vez gimiendo para enviar distintas vibraciones a lo largo de su extensión, lo cual hacia estragos con sus terminaciones nerviosas. Jimin mordió su labio ya herido por los rudos besos de su lobo, y no le extrañó el sentir nuevamente su propia sangre.

El calor en su vientre se hizo más intenso y pequeños cosquilleos se transformaron en violentos espasmos por su cuerpo. Intentó retener su corrida, pero un masaje de los hábiles dedos de Yoongi a sus bolas, le hizo venirse en la boca de su amado lobo.

Este lo vió divertido, tragó todo lo que pudo y abandonó el pene de Jimin, dejando un hilo de saliva  conectado al glande, dándole una vista totalmente erótica. Lamió sus delgados labios y le sonrió con picardía.

—Es hora de mi cena Jimin.

🐺

Fin hiatus y el lemon sigue en el capítulo siguiente.

Pero antes voten por algo. Hay dos rumbos posibles de sobre esta historia, así que...

¿Qué eligen?

1.

2.

Realmente espero que voten o será el epic fail más grande de mi vida.

¡Gracias por leer y por las leídas!

~ i t s l e e l u ~

Red » YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora