Red » Yoonmin

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Jimin terminó de preparar algo para que ambos comieran, no sería algo tan pesado, ya que la noche estaba cerca y ambos tenían planeado abandonar la cabaña.

Tras una larga charla, el castaño pudo convencer al otro de que el lugar más seguro en este instante era el pueblo, aún considerando todo el riesgo que ello conllevaba. No podía negar el que estaba nervioso por intentar meter a un lobo a su hogar, pero era mejor tener a Yoongi a su lado que a kilómetros lejos. En cualquier momento la familia de Hosung comenzará a hacer la búsqueda, y un lobo mal herido en la supuesta cabaña de la abuela, era una pésima idea.

Tras poner la mesa para dos, tomó la caperuza roja que llevaba consigo siempre y la dejó sobre una de las sillas. Yoongi por esta noche, debía convertirse en él.

—Sigo pensando que esta no es una buena idea Jimin.

—No tenemos otra opción, no puedo protegerte cuando estás tan lejos.

El lobo se quedó en silencio entonces y comenzó a comer.

Debian llenar sus estómagos lo suficiente para viajar sin estar demasiado pesados, pero debían estar lo suficientemente fuertes para aguantar la noche, sobre todo el lobo quien se movía con dificultad.

Jimin observó a su lindo lobito y la culpa volvió a carcomerlo, sabía que la herida que le había hecho en el corazón había sido demasiado profunda y no sanaría con unas palabras de amor, mucho menos con mimos dulces o con una buena sesión de sexo. Sabía en el fondo que Yoongi prefería estar muerto antes de seguir pensando en lo que había ocurrido hace sólo unas horas.

Y ahora lo obligaría a ver a su madre biológica cuando está nunca se hizo cargo de él, cuando no conoce su rostro y mucho menos su nombre. Yoongi tendrá que enfrentarse de golpe a la vida que no tuvo en uno de sus peores días.

Su semblante serio lo estremecía, parecía como si todas las emociones que tenía hayan desaparecido de un momento al otro. Su mirada llena de amor y admiración había sido enterrada por la decepción, y aunque Jimin sabía que el contrario estaba haciendo un esfuerzo para que aquello no se notara, podía ver más allá y comprender que la había cagado.

—Ha oscurecido —murmuró Jimin cuando ambos terminaron de comer—, es hora de partir.

Yoongi tomó la caperuza roja y se la puso, dejando la capucha abajo. Se acercó a Jimin quien estaba terminado de acomodar todo para que pudieran salir, este lo observó divertido, fingiendo que no sabía cuál era el estado actual de su lobo.

—¿No hay más, cierto?

—No comprendo.

—¿No me estás ocultando nada más? ¿Otro Hosung por ejemplo? —Jimin negó y una media sonrisa se formó en los labios de Yoongi—. Bien.

—Solo estoy contigo Yoongi, debes creer solo en eso.

Los blanquecinos dedos del lobo acariciaron las mejillas regordetas de Jimin.

—Eso espero. Estaré en el pueblo y quién sabe si el lobo decide comérselos a todos por tocar a caperucita.

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~ i t s l e e l u ~