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Había una leyenda que hablaba sobre unos lobos viviendo en el bosque. Todos los adultos le decían a los niños que si se acercaban, los lobos lo podían comer. Jimin había escuchado miles de veces esa historia, la había creído y divulgado ciegamente a los más chicos.

El primer día que tuvo que cruzar el bosque para ir donde su abuela, su corazón estaba apretado, le costaba respirar y no entendía por qué su madre le había pedido una tarea tan peligrosa. ¡El lobo lo iba a devorar!

Avanzó con paso sigiloso, asustándose de cada ruido extraño que percibía. Lloraba. Mordía su labio inferior con fuerza, y una pequeña gotita de sangre se estaba asomando. El pequeño Jimin era un desastre.

No fue hasta que un chico, de cabello negro y piel pálida, se cruzó con él, que se sintió tranquilo. Sintió el deseo de advertirle al otro que tuviera cuidado, que el lobo vendría tarde o temprano, y estaba dispuesto a protegerlo.

Elevó la voz, y tartamudeando pronunció:

—¡L-lobo!

El chico de cabello oscuro se dió vuelta, y atendiendo a su llamado, caminó hacia él con paso lento, sonriéndole amablemente.

—¿Has sido exiliado? —Jimin, aún con lágrimas en los ojos negó, no entendiendo a lo que se refería—. Los adultos, ¿te han echado de casa?

Nuevamente Jimin negó.

—Y-yo, y-yo... Vengo a ver a mi abuelita.

—Oh —mencionó el otro alargando la vocal—. ¿Quieres que te acompañe? Te ves muy asustado. —Extendió su mano y esperó a que el más pequeño la tomara.

Caminaron por largos minutos de esa forma, el miedo de Jimin se había esfumado y podía ver, con claridad, los hermosos colores que le entregaba el bosque. Era algo muy distinto a como lo había visto en un comienzo. Observó a su acompañante y notó que en sus pálidas mejillas había un pequeño rastro de un rubor, lo cual le hizo gracia al pequeño. El chico de cabello oscuro era hermoso.

—¿Qué es exiliado? —Se atrevió a preguntar cuando notó que la marcha del otro se hacía más lenta.

Jimin era un niño curioso, y en el presente, deseaba haber mordido su lengua para no conocer la verdad.

—Este no es un bosque cualquiera... La gente del pueblo viene a botar sus desechos aquí, los exiliados son personas que no le sirven más: niños, ancianos, mancos...

—¿Mancos?

—Que le falta algo, un brazo, una pierna... Personas defectuosas.

Jimin formó una "o" con su pequeña boquita, sin entender realmente a qué se refería.

—¿Eso es malo? Yo creo que sí —contestó su propia pregunta—. El lobo puede comerse a esas personas.

El otro chico comenzó a reír de una forma hermosa a los ojos del pequeño, sabía que se estaba burlando de él, pero no le importaba, ni siquiera le dolía ser el hazmerreír del contrario.

—¿Lobo? —preguntó con mínimas lágrimas en sus ojos—. No hay lobos en este bosque, pequeño.

—Pero los adultos dicen...

—Yo soy un lobo —se detuvo finalmente y soltó la pequeña mano del menor—, quienes fueron abandonados en este lugar son lobos.

Los ojitos cafés de Jimin se abrieron, comprendiendo prematuramente a lo que se refería.

El chico le sonrió de manera dulce y sacudió su cabello con una gota de cariño. Apuntó su espalda con su otra mano y posó sus ojos sobre los suyos.

—Si caminas un poco más, llegarás donde tu abuela.

Comenzó a alejarse, pero Jimin le detuvo.

—¿Mi abuela es un lobo? —el otro le miró y negó—. ¿No me comerá?

—No, pequeño. Ahora ve y dale un gran abrazo de mi parte.

Jimin vió como el chico lobo se alejó de él, cabizbajo, atormentado y deseó, por primera vez, llegar a él y no soltarlo nunca más.

🐺

Esto sería lo que se llama "flashback", subiré muy pronto un nuevo capítulo 👀

~ i t s l e e l u ~