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El bosque era espeso, lúgubre y silencioso. Con la ayuda del cielo, los colores fríos, oscuros, se acentuaban y hacían que la capa roja de Jimin resaltara en el camino.

Se había cansado de saltar y cantar, ahora, mezclándose con su entorno, se encontraba en silencio mirando a su alrededor. Estaba ansioso, incluso había pasado por alto las flores que siempre cortaba para dárselas a su abuelita, quien había sido enterrada en el patio trasero de la cabaña. Nadie sabía acerca de su muerte, excepto Jimin y el lobo.

Escuchó una rama de un árbol romperse cuando estaba llegando a la casa, por lo que se detuvo sonriéndole a la nada, dejó la canasta en el suelo para prestarle atención a lo que se le avecinaba.

—¿Abuela, eres tú? —preguntó para comenzar el juego.

—Lo soy —se escuchó un ronco murmullo provenir de su lado derecho, Jimin se giró y fingiendo una falsa sorpresa tapó su boca con su mano—. ¿Qué sucede?

—¡¿Qué ojos tan grandes tienes abuelita?! ¡Y esas orejas! —exclamó mientras se acercaba dando pequeños pasos al lobo.

—Son para verte y oírte mejor.

—Abuelita —llamó nuevamente Jimin y se detuvo frente al contrario, posó sus ojos sobre aquellas orbes oscuras y esa sonrisa traviesa que tenía—, ¡y mira que dientes más grandes tienes!

—Estos Jimin, son para comerte mejor.

Sin esperar ni un segundo más, el lobo se abalanzó sobre el cuerpo de Jimin para juntar sus bocas y unir sus labios en un necesitado y apasionado beso. Sus pequeñas manos se enredaron en el sedoso cabello del contrario, admirando la suavidad de estos y el calor que desprendían. El lobo mordió su labio inferior, atacando de una manera más ruda, más excitante, más peligrosa, y el joven no contuvo el gemido que escapó desde su garganta.

Sintió el cuerpo duro del contrario pegarse al suyo, los músculos fibrosos lo apresaron con cierta suavidad, como si de algún modo fuera a romperlo. El lobo feroz era sumamente cuidadoso cuando lo abrazaba y lo tomaba. Cuando metió su lengua a su boca sintió que se iba a desmayar de un momento a otro, los besos que siempre le había dado lograban encender cada hormona en su cuerpo, haciendo que el lívido se despertara, que la búsqueda por el placer no se saciará hasta que lo tuviera a él entre sus piernas.

—Ayúdame —murmuró sobre sus labios, separándose un par centímetros para poder regular su respiración—, hay un lobo.

—Ya te he dicho que tengo un nombre... No me llames lobo.

Jimin le sonrió, moviendo sus manos desde su nuca a aquellas blancas y suaves mejillas, con sus pulgares delineó la curvatura de sus pómulos, sus ojos absorbieron la oscuridad del otro y tras dejar un corto beso sobre sus rosados labios, pronunció:

—Yoongi, ¡qué pene tan grande y duro tienes!

—Es para follarte mejor.

♥️

¿Disfrutaste?, ¿cómo fue?, ¿esto te está gustando?

Los capítulos serán cortos, pero al final terminarán creando una larga historia c:
Me gusta escribir esto, "adaptar" la Caperucita Roja fue una de las mejores ideas que pudo cruzar mi mente este año jaja.

Gracias por leer ♥️

~ i t s l e e l u ~

Red » YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora