Red » Yoonmin

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Min Yoongi se detuvo frente a la puerta del apartamento que compartía con Jimin, estaba cansado, pero podía asegurar que jamás se había sentido tan tranquilo y liviano. Aunque no podía negar que temía por la reacción que tuviera el otro chico al verlo otra vez. Tomó una gran bocanada de aire e ingresó el código.

El interior del apartamento estaba completamente limpio y una sensación cálida abrazó cada parte de su frío cuerpo. Habían pasado tan solo cinco horas desde que abandonó la casa de su padre y desde que leyó aquella nota suicida. La policía había llegado rápidamente al lugar en cuanto Yoongi la llamó, y con lágrimas en los ojos le pidió desesperado que encontrarán a su padre, le suplicó que era lo único que tenía después de que le hubieran arrebatado todo.

La policía había tomado su testimonio y casualmente habían encontrado la memoria con el audio que de forma accidental había grabado días atrás. Por lo que la búsqueda tomó un carácter más serio, al no ser solo una sospecha de suicidio.

—¿Jimin, cariño?

La persona que esperó tanto ver se dejó ver tras salir de la habitación, su sonrisa hermosa apareció y corriendo saltó sobre él, aferrándose a su lobo como si de un koala se tratase. Jimin repartió besos por todo el rostro de Yoongi, mientras una risilla juguetona musicalizaba el lugar.

—Te extrañé.

Yoongi había esperado otro tipo de reacción de su pareja, esperaba que le gritara, que estuviera molesto por su repentina desaparición, pero tal parece que habían vivido tantas cosas juntas que la desconfianza no estaba entre ellos. Y estaba más que contento de saber que Jimin lo había anhelado tanto como él lo hizo.

—El señor Taesung no nos molestará más —le informó el lobo—, accidentalmente puso rocas en sus bolsillos y se lanzó al mar desde un precipicio después de confesar haber sido parte importante de la secta Happiness.

Jimin rió por lo bajo.

—Pobre Min Taesung. —Hizo un falso puchero que le sacó una carcajada a Yoongi—. Eso significa que por fin eres sólo mío.

—Siempre seré tuyo querido.

Jimin lo besó en los labios completamente enamorado de lo sádico que fue su querido lobito al haber planeado la muerte perfecta para su horrendo padre.

Al fin y al cabo, Caperucita y el lobo eran la misma mierda tóxica y por eso eran el uno para el otro, y su amor perdurará por el resto de los siglos.

☆

FIN