¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nahin Pines
La noche llega y Carlisle aún sigue conmigo, literal conmigo, pues me está usando como su cama.
—Justiniani—trato de despertarla, pues se ha quedado dormida y solo obtengo en respuesta un pequeño ronroneo.
»—Oye—insisto, pero ella se niega en despertar
—Eres demasiado cómodo, Nahin, cállate y déjame dormir
Otra cosa que me he dado de cuenta, es que es demasiado floja. Una vez que la vence el sueño, no hay nadie que la despierte, es peor que un gato viejo.
Mientras soy utilizado como hamaca, percibo el timbre de mi móvil al entrarme una llamada, seguro de Luan, así que, con cautela tratando de no despertar a la niña, tomo el móvil.
Con Luan iniciamos una conversación en donde ella se interesa por como me ha ido en estos días, si he comido bien, si no me hace falta nada, si quiere que cancele sus futuras reuniones para venir hacerme compañía. De la nada se me escapa una sonrisa, pues si bien no es su obligación, pero nunca ha dejado de preocuparse por mí.
Le respondo que estoy bien, que no es necesario que anule su trabajo por mí. Y la charla se extiende más de lo esperado, con ella contándome como le ha ido y los chascos que pasa con sus clientes, haciéndome reír, logrando que Carlisle refunfuñe por lo bajo.
Luan termina despidiéndose y deseándome buena noche, pero dudo que tenga una buena noche con Carlisle mirándome de tal manera.
Hago el móvil a un lado, para centrarme en la pelinegra que me observa con ganas de querer matarme.
—Hola—saludo medio que sonriente—¿Haz dormido bien?
—¿Tú que crees?—me gruñe
—pues ¿A juzgar por como has dejado mi polo? Puedo intuir que dormiste muy bien
—Es que eres muy cómodo—alega
—y tú muy fresca
—Ash, ya cállate—termina lanzándome una almohada—¿Te pides un domicilio?—pregunta recreando una gran sonrisa como buscando la manera de convencerme—tengo hambre
—Cuando, Carlisle, cuando no.
Ambos salimos de mi habitación, emprendiendo una caminata hasta la cocina, ella tranquila se siente en uno de los taburetes, frente a la isla de mármol, mientras yo me sirvo algo de jugo.
—¿Te das cuenta de la hora?—indago, porque ya es algo tarde y aunque quisiera que pasara la noche conmigo, no sé si ella tendrá planes