━✧Tutorías✧━

731 49 41
                                    

Carlisle Justiniani

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Carlisle Justiniani

Doblaba el exceso del papel sobre el filtro con mis pulgares y con una presión suave. Usando un movimiento similar a chasquear los dedos en cámara lenta, metí el papel en la flor, a medida que me arrastraba hasta la parte superior del anterior mencionado.

Con ayuda de mi bolígrafo Montbanc, terminé de acomodar todo a una velocidad un poco más rápida. Utilicé mi mano libre para emprender la búsqueda de mi ultimo utensilio el cual se encontraba perfectamente guardado en el bolsillo de mi mezclilla y fue Simon Tissot-Dupont con su maravilloso encendedor, quien me ayudó a por fin encender mi obra maestra.

La sustancia hizo su recorrido de forma pausada.  Nunca había prisa cuando de eso se trataba. Solté el humo viendo como se iba desvaneciendo y mezclándose con el mismo aire que consumía, quizás queriendo que lo que tanto me molestaba en esos instantes, se fuese de la misma manera en que el humo lo hacía.  Rápido y sin complicaciones. ¿Qué tan difícil podía ser aquello? 

Tal cual como intenté relajar mi mente, relajé mi cuerpo.  Mi cabeza se dejó caer hacia atrás, utilizando aquel peldaño de metal como soporte.  Dicha posición, había logrado que los rayos del sol impactaran en mi rostro, entonces me vi obligada en abrir los ojos percibiendo lo brillante de aquella estrella hirviente.

Mi entrecejo se arrugó ante el impacto que me hacía recrear mi postura anterior.  Que fastidio.       Al estar nuevamente sentada y con la vista al frente, visualicé la sombra de un esbelto cuerpo, venir hacia mí.  Mis labios resecos apretaron con fuerza a mi acompañante, dejándome degustar el sabor a miel y canela que protegía lo que en verdad consumía en ese entonces, mientras estrujaba mi cerebro tratando recordar a quien le pertenecía ese movimiento de caderas tan sensual y elegante. Y fue justo en ese momento cuando gruñí en voz baja, porque ya sabía quien era aquella mujer que venía hacia mí.

Y no era en mal plan, que la mujer me agradaba, lo que en verdad me desagradaba, era que viniese en busca de mí justo en ese momento.  ¡Venga! Es que no quería que me molestaran.

¿Qué acaso no se notaba?

Si había ido hasta el ultimo campo de la universidad, sin nadie, tomando como único acompañante a aquel que se abrigaba con una manta de miel y canela. ¿No les quedaba claro que era porque no quería que nadie me jodiese?

Que mas daba.

Mis brazos se apoyaron sobre la grada en una postura un tanto más fresca, mientras trataba de no perderme la caminata de aquella profesora de algebra.

—Señorita Justiniani—su voz tan melódica lograba brindarme una calma tan grata.

—Mande usted—había respondido yo con toda naturalidad, aunque en el fondo me sorprendía e intrigaba lo rápido que había llegado a mí.  Yo la había visualizado un poco más lejos.

Lullaby: Don't break 《REESCRIBIENDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora