Destrúyeme

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Capítulo 68

Lullaby Mikaelson

Al despertar, me doy cuenta de que no fue un sueño y que de verdad sigo en sus brazos.  Busco sus ojos y los encuentro viéndome con felicidad y una sonrisa invaluable.

—¿Dormiste bien?—pregunta, pero lo único que obtiene como respuesta es un abrazo.

Sé que no es quien esperaba, pero al menos, él también está aquí y no voy a mentir, es alguien a quien también estaba extrañando, hacía tiempo que no lo veía y aunque no es la persona que quería que fuera, veló por mi sueño.

—Me tomaré eso como un sí—ríe, transmitiéndome alegría.

—Hazlo de nuevo—pido apoyada sobre su abdomen

—¿Qué cosa?

—Sonreír, hazlo

Se ríe, no sé si porque se lo pedí o porque le dio gracia mis palabras, pero de igual forma lo hace, brindándome el mismo efecto de hace un rato.  Puedo sentir como mis mejillas se expanden en una sonrisa que necesitaba.

—Estás mejorando—me acaricia las mejillas con sus pulgares suaves—ya era tiempo, te extrañaba, echo de menos tus órdenes en el trabajo.   Leanheay hace un buen intento, pero es más divertido verte a ti mandar a la gente al diablo

Me rio—Estás loco, Abdí

—te extrañamos, nena, yo te extraño

Vuelvo a recostarse sobre él, sintiendo su respiración serena y tranquila, transmitiéndome la paz que necesitaba y que me acaricie el cabello de forma tan delicada, ayuda.

Su perfume es el aroma que he estado sintiendo toda la noche, brindándome un sentimiento nuevo, el cual no sabría explicar.

—Bonita trenza—halaga

—lo mismo digo, Joseph sabe lo que hace

—¿Joseph te peinó?

Asiento recostada aún sobre él, ganando que la tela de su playera blanca, acaricie de apoco mi piel—¿Increíble verdad?

—yo puedo hacerlo mejor—inquiere con tono aburrido

—No creo

—¿Me retas?

—No pudieses aunque quisieras—insisto porque me parece divertida la situación

—Venga, toma tu ducha y te dejas el cabello que yo te peino y entonces me dirás que tan bueno es Joseph—anima, resaltando unos aires de superioridad.

Y le hago caso, me levanto de la cama dirigiéndome al baño y aprovecho para saludar a Dippy el cual viene corriendo hacia mí.

He recuperado más fuerza y peso, así que ya no me duele tanto a la hora de hacer pequeños esfuerzos.

Al rato vuelvo a la habitación, ya cambiada y lista, viendo como Abdí esta acomodando unas bandejas sobre la cama.

—el desayuno—avisa y yo suspiro con cansancio al ver los mismos alimentos insípidos.

—noo—chillo subiendo a la cama—quiero otra cosa, una avena, croissants, magdalenas o hamburguesas, por ejemplo, estoy harta de esto, con esto nunca recuperaré mi peso de antes

—venga, no seas llorona, un par de días más y podrás comer todas esas cosas que mencionaste

—No quiero—gruño

—No me hagas berrinches, Lullaby

—Ven aquí—lo llamo y él se acerca. Vamos a ver si lo logro. 

Lullaby: Don't break 《REESCRIBIENDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora