Carlisle Justiniani
Mi cabeza se encontraba apoyada hacia atrás tomando como respaldo la fría pared del aula, mi mirada se perdía en algún punto del salón tratando de no dormirme en aquella clase tan aburrida. Entonces fue cuando miré el puesto de al lado, viendo el vacío que ocupaba el fastidioso de Nahin.
«He ahí la respuesta que te niegas en aceptar.»
La voz de Matías hace eco en mi cabeza como un pésimo intento de conciencia.
No tengo tiempo para estupideces ni distracciones como esas, así qué en cuanto la clase termina, salgo del aula sin ponerle interés a nadie.
Termino reuniéndome con los chicos donde agradezco que no comenten nada sobre el tema, lo que menos quiero ahorita, es hablar de Nahin. Él se encuentra en Colombia despidiendo a su abuela y yo me encuentro aquí en lo que me toca, así que, cada quien a lo suyo.
Reconozco los rostros de mis amigos, sin embargo, hay uno que no está pasando mucho tiempo con nosotros y el tema ya me resulta inquietante. Beck no es de los que se deja mangonear y eso es lo que me preocupa, que Melody tenga alguna influencia fuerte en él.
—¿Y Jones?—trato de averiguar, a ver si no es que estoy sacando conclusiones apresuradamente
—Lo vi en la mañana y no lo he visto más—me responde Ian que al parecer es el único que lo ha podido ver.
—Esto no me gusta
—a mí menos—secunda Asher—la pelinegra aun con su cara de inocente, no me da buenas vibras. Beck no es de tomar tanta distancia
—porque no es Beck quien lo está haciendo, es ella—resuelve Luka
—Entonces debemos intervenir
—primero deberíamos hablar con Beck—propone Asher en calma—si bien, lo conocemos y no creo que se deje utilizar como títere.
Siguiendo la idea de Asher, avanzamos hasta el comedor, esperanzándonos que al menos, Jones, llegará a almorzar con nosotros, pero es justo en ese instante cuando escuchamos su voz.
—¡He dicho que no y si no estás conforme con eso, pues muy a tu pesar!—Beck gruñe con notoria molestia, captando las miradas de unos que otros estudiantes que va pasando
—¿Así que, no?—reta Melody—vale, ya veremos quien se queda con la ultima palabra—demanda ella reflejando un rostro amenazante y así sin más, gira sobre sus lindos zapatos y nos da la espalda a todos.
—¿Y eso?—Matías es el primero en preguntar
—Necesito paz, por favor. Luego hablamos—nos pide casi como suplicante y los seis asentimos. Respetando su petición.
Dispuestos los siete en almorzar en un ambiente grato, ocupamos nuestra mesa de siempre, primero comentando lo que se nos atoja, para luego ir hacer busca de nuestros almuerzos.
ESTÁS LEYENDO
Lullaby: Don't break 《REESCRIBIENDO》
Storie d'amoreEl frenesí de la vida de Carlisle Justiniani, convertido en historia. ¿Podrán los amantes amar a Dios sin tontear con el Diablo? Prohibida las adaptaciones ©