Un Mikaelson No Debe Rogar

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Capítulo 64

Lullaby Mikaelson


Me remuevo inquita bajo las caricias que hacen en mi cabello, pero éstas no cesan y empiezan a deslizarse por mis mejillas.

Intento moverme, pero de una extraña forma, siento todo mi cuerpo pesado.

Despierta, hermosa durmiente—dicen, logrando que abra los ojos y deba parpadear un par de veces para acostúmbrame a la luz, que más bien, viene de la gran ventana que se encuentra abierta, dándole al lugar, un toque de vida.

Al posar la mirada a un lado, me encuentro con un Joseph sonriente.

—Hola—dice, mientras su mano sigue acariciándome el cabello

—Detesto que me digas así—intento sentarme y cuando lo hago, noto los pequeños tubos que salen de mis brazos y veo el líquido transparente que se pasea por ellos—¿Qué es esto?

—Medicamentos

—pero...—no entiendo lo que sucede y aparte me doy cuenta que estoy vestida con una sudadera celeste, que no es mía.—¿Me explicas como es que llegué aquí, que hago con esto y como es que tú estás aquí y no en Suecia?

—con calma, después hablamos de todo eso—se levanta y no demora en regresar, pero con una bandeja entre sus manos—primero debes comer, estás al borde de una desnutrición y ni hablar de tu deshidratación

—no tengo hambre—refuto

—Y yo en ningún momento, te pregunté si la tenías—coloca la bandeja sobre una mesa y al destapar veo puro líquidos al igual que frutas y verduras picadas

—¿Atenées Jhabed?—inquiero con una ceja alzada

—No, Joseph Abdey y si no quieres que él se entere de esto o peor, Leanheay, es mejor que empieces a comer—me regaña como si de mi padre se tratase.

Le hago caso de mala gana y él coloca la bandeja frente a mí.

Al menos me deja comer sola, o eso intenté, puesto que la aguja que tengo clavada en el dorso de la mano, no me permitió cerrar ésta, sin que me diese calambre.  Y desgraciadamente, está  Joseph dándome de  comer.

—Esto sabe horrible—me quejo encanto pruebo el primer bocado de caldo

—no es eso lo que estas saboreando—indica—es el sabor de los medicamentos que están entrando a tu organismo.


—¿Cómo te sientes?—pregunta luego de terminar de darme de comer y de sacarme los cables.

—Reg...—las palabras se me mezclan con fuertes ganas de vomitar.  Y me veo corriendo y botando todo lo ingerido, en el inodoro.

Con la poca fuerza que tengo, intento levantarme, pero es Joseph, quien logra que lo haga, tomándome en sus brazos.

—el doctor dijo que pasaría y que era una buena señal

—no le veo nada de bueno a que no acepte lo comido—gruño mientras él me sostiene y así pueda enjuagarme con el agua del lavabo.

—No fueron los alimentos lo que botaste en sí, fueron las toxinas que ingeriste anteriormente—camino con su apoyo y así llegar a la cama nuevamente.

—¿Por qué siempre eres tú quien me encuentra en estos momentos?

Se encoge de hombros—simplemente yo y ya está, no nos aturdamos con cosas innecesarias.  Ahora...—lo veo tomar el sobre blanco que reposaba sobre la pequeña mesa—No quiero que te enojes por esto que hice, pero era necesario para saber que medidas tomar

Lullaby: Don't break 《REESCRIBIENDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora