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Lullaby
Joseph se encontraba sentado en la mesa del fondo, revolviendo con paciencia el azúcar de su café, mientras maldecía por lo bajo, al impuntual de Carter. Porque una de las cosas que el castaño no toleraba, era la impuntualidad. Ya tenía más de media esperando por su "socio".
Él, estaba seguro, que su plan de esta vez, sí daría buenos resultados. Esta vez no iba cometer errores, ni tendría que soportar las negligencias de los ineptos, con los que le tocó trabajar, no, esta vez no, porque el mismo se había encargado de todo.
«Si quieres que las cosas se hagan perfectas, asegúrate de hacerlas tu mismo.»—Era uno de los consejos que le daba su padre. El cual se lo arrebataron sin compasión.
Sin embargo, Carter esta tardando demasiado, el café de Joseph se estaba enfriando y su paciencia... acabando.
A todo esto ¿Quién diablos era Joseph?
¿A quien buscaba?
¿Por que esperaba tanto a ese tal Carter?
Que por cierto ¿No es ese el dueño del club?
Lo que sí les puedo asegurar es el poder que tiene el dinero en las personas, pues el señor Carter, ese que era el dueño del club, ese que era el padre del amigo de Ian, Beck y Matías, estaba a punto de de vender su alma, con tal de que Joseph le brindara una buena cantidad de dólares, para poder expandir su negocio.
Él no le importaba de donde provenía el dinero, él no le importaba los extraños comportamientos de Joseph, ni siquiera se cuestionaba, como una persona tan joven como lo era el castaño, sacaría una cantidad tan extrema de dólares, tampoco veía raro que todo esto él lo hiciera solo para conseguir un trabajo en su club.
¿Por que alguien, que tiene sumas tan grandes en el banco, querría trabajar como bartender?
No ¿Por que alguien, pagaría dinero, para trabajar?
Carter no se hacia esas preguntas, pues al él no le interesaba más, que el dinero.
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La noche llega y con ella, la hora de divertirse, pues Carlisle y los chicos, no desperdician un buen viernes en la noche—Cosa de gente con dinero. Que envidia—, bueno, no contemos el viernes donde éstos la dejaron plantada y ya sabemos que fue lo que aconteció. Guiño, giño.
Los chicos tienen ganas de divertirse y... ¿Por que no invitar a Melody y Nahin que los acompañe?
Idea que se le ocurrió a Nathan, idea con la que la pelinegra ojiazul, no está muy contenta, pues Nahin empieza a mezclarse con sus amigos y eso a ella no le agrada. Alega que luego el rubio creerá otras cosas.
