Prólogo

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Prólogo


Un sonido se escuchó a través de los megáfonos del recinto. La alarma avisó de que se había escapado del edificio. Se escuchaban los ladridos de los chuchos que salían en su búsqueda, junto con unas cuantas personas.

Echó a correr hacia el bosque. Tenía que despistarlos.

— ¡Cogedla! gritaron unos cuantos.

Se adentró en aquel bosque que le provocaba miedo de pequeña. Su padre le contaba historias, leyendas sobre los seres fantásticos que habitaban en él y en todo el mundo. No sabía si era para introducir un miedo en ella y no ir a aquel conjunto de árboles o solo para saber que la Tierra no solo era refugio de humanos y animales. Recordaba que de pequeña su padre la trataba como su princesita, pero aquella ternura se tornó a algo diferente, algo más triste. Se tornó en odio. Cada vez la trataba peor y ya no la valoraba. Todas las noches eran horribles. El miedo que sentía sobre el bosque tomó un nuevo objetivo. Por eso, decidió que tenía que salir de aquel lugar al que un día llamó hogar.

Tenía que dejar a un lado todos esos recuerdos si no quería que la atraparan. Giraba su cabeza hacia atrás en algunos momentos para confirmar de que aún estaban lejos. Por culpa de hacerlo casi se cayó unas cuantas veces, debido a las ramas y piedras del suelo. Seguía oyendo a las personas que la seguían, pero alejadas. Buscó un sitio para esconderse de ellos y poder ir en dirección a su libertad. Entre la oscuridad pudo distinguir un árbol pequeño. En sus raíces había un hueco en el que cabía una persona. Parecía estar rodeado de excrementos de algún animal. «Qué asco» pensó, aunque luego se dio cuenta de que le serviría para ocultar su olor a los sabuesos.

Se adentró en el pequeño agujero y no tardó en acomodarse en aquel hueco, tapándolo para que no la vieran. El olor de las heces se metía por sus fosas nasales, provocando un leve picor que acabó por no ser tan leve. Justo cuando iba a estornudar, una persona se paró en frente de ella.

— ¿La encontrasteis? preguntó con voz familiar. Escuchó un "No" a lo lejos. Mierda. ¿Dónde coño te has ido Scarlett?

Otro par de pies se posicionaron al lado de los otros.

Encontradla. Encontradla viva panda de inútiles los pies se fueron quedando aquella voz sola, susurrando. Antes de que sea tarde...


Aquel sueño, más bien recuerdo, no dejaba su mente mientras dormía. Ese lunes, 21 de agosto, se había despertado entre sabanas sudorosas ante la expectante mirada de una niña de 10 años rubia.

—Si v poriadkupreguntó con miedo. Su eslovaco no era muy bueno, pero pudo reconocer las palabras Estas y Bien en aquella pregunta.

—Áno —asintió secamente.

La niña, desconfiada se marchó. No pasaban de las seis de la mañana y se sorprendió de que ella estuviera despierta, seguramente por haber escuchado sus gritos. Esa misma noche, sobre las diez, había podido llegar a una urbanización cerca del Aeropuerto Internacional de Košice, una ciudad al sureste de Eslovaquia. Había tardado más tiempo del que pensaba, ya que ese viaje en teoría le tendría que haber llevado solo cuatro días a pie, sin embargo, le tardó ocho.

Deambuló por una de las calles llamando a las puertas, pidiendo alojamiento para esa noche, y una pareja de ancianos con su nieta le recibieron con una cálida sonrisa. Con el cansancio y la constante sensación de que estaban cerca, se levantó de la cama. Recogió todo y, mochila en mano, dejó aquella hogareña casa no sin escribir una nota agradeciendo su hospitalidad.

Como si sintiera ojos acechándola, guardó el billete de avión en el bolsillo y aceleró el paso. Pese a que era verano, una brisa fría se levantaba. Debido a que el aeropuerto estaba un poco lejos dejó que su mente hiciera de la suyas otra vez, hábito que había cogido desde pequeña. Se replanteó muchas cosas, como el dejar a su único ser querido, o se imaginaba como hubiera sido si no se hubiese ido con ellos, si no se hubiese convertido en lo que era. Pero todo le había servido para comprender que el mundo, por muy bonito que pareciera, estaba podrido por dentro. Que vivir en uno de los lugares más bonitos de Varsovia no significaba que iba a ser todo rosas y risas.

Nervios a flor de piel, entró por las puertas de cristal justo cuando la voz de un hombre avisaba por megafonía su ansiada libertad.

~Pasajeros del vuelo 213G con destino Londres, el avión despegará en veinte minutos~

No pudo evitar que una sonrisa traviesa se posara en sus labios. Había deseado aquello tanto que notar el dulce sabor de librarse de sus demonios era la guinda del pastel. Sin detenerse un segundo buscó su hangar. En el avión, el piloto y una azafata la recibieron con una sonrisa a la que no correspondió. Buscó su asiento y cuando lo encontró, un muchacho la observaba. Ojos castaños.

—Odpustenie se disculpó al pasar.

Sentándose a su lado y evitando mirarlo, posó sus ojos en la ventanilla. Así podría ver cómo dejaba tierra para sobrevolar los cielos, para ver cómo se alejaba cada vez más de aquel lugar. No obstante, algo, en lo más profundo de su ser, presentía y decía a gritos que no tardaría en regresar.







Bueno, bueno, bueno... Ya tenemos aquí el prólogo. ¡Oleeeee! Espero que os haya gustado la verdad. No tengo mucho que decir por ahora, la verdad. Pero me gustaría saber que os ha parecido, dejádmelo en los comentarios.

En un principio voy a subir capitulo los viernes, entre las siete y las diez de la tarde (hora española). Si hay alguna novedad os lo haré saber en el tablón de anuncios, no os preocupéis.

¡Nos vemos el próximo viernes!

Anaffueyo

El Loto Negro: ¿Podría Olvidarse El Pasado?© || ELN1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora