25. La cascada, primera parte

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Capítulo 25

"La cascada, primera parte"


Llorando, caminaba entre los árboles. Un recuerdo de cuando se volvió a encontrar con Alan avivó las brasas de su mente.

Con solo un sujetador y unos pantalones raídos había salido de la mansión Wells. Sus piernas peludas eran más sensitivas que las de humana y las alas grises se arrastraban manchándose de tierra. Con sus garras se tocaba las orejas puntiagudas, los dientes ensangrentados, las encías inflamadas y sus párpados mojados. No se había visto aún y no sabía si quería hacerlo.

No sentía frío.

Fue a parar a una cascada. Sus ojos brillaron al ver lo hermosa que era desde arriba y brillaron aún más al verla desde abajo. Se sentó en la orilla, metiendo los pies en el agua. Sin esperarlo, se estaba relajando con el sonido del agua cayendo y con el pequeño vaivén de las ondas que se producían. En el cielo se notaban los colores de la mañana. Habían pasado toda la noche con la transformación y luego con el pergamino de la leyenda. Ya había perdido la noción del tiempo, no sabía cuántas noches habían pasado desde que había podido descansar ni cuantos días sin que el pasado retumbara y destruyera todo a su paso.

Estaba a gusto allí sintiendo que conocía aquel lugar de algo. Movía sus pies de adelante para atrás, viendo como el bello marrón tardaba unos segundos en seguir a la carne.

—Has encontrado la cascada de Lett y Remiel —habló una voz femenina a sus espaldas.

Scarlett se sobresaltó, pero no respondió.

—Entiendo lo difícil que es todo esto para ti, Scar. Me asusté y te odié mucho cuando nos enteramos que habías sido una loto. Es complicado procesar una información tan... Imposible.

Zaxe se sentó a su lado, esperando que ella hablase. Quería que Scarlett se sintiera mejor, quería ayudarla. Había leído muchos libros en su corta vida, pero la menor de los Wells nunca se había sabido comunicar demasiado bien con otras personas. Tardaba en hacerlo y cuando lo conseguía, nadie podía pararla. Ni tampoco podían pararla si se ofuscaba en algo.

—Scar, háblame. Por favor —las esmeraldas iguales a las de Marco buscaban las amatistas de Scarlett impacientes. Su voz, al contrario, era suave y delicada—. Ahora más que nunca deberías estar con nosotros, lo sabes.

Scarlett la miró con lágrimas en los ojos. Se acercó más a ella y la abrazó, haciendo que la recién convertida se derrumbase por completo. Quería gritar a los cuatro vientos porqué le pasaba todo aquello. «A lo mejor es el destino. O tuve que hacer algo realmente malo en otra vida para merecer esto» se decía a sí misma. Muchas veces tuvo ganas de llorar hasta que sus ojos quedasen tan rojos e hinchados que no pudiese ver, pero su orgullo y el deseo de pasar página siempre se lo impedían. Ahí, en ese momento, que tenía mucho más que perder y algo que no era capaz de controlar, fue cuando su orgullo y pasar página se habían quebrado como un escudo al final de una guerra, dejando fluir todo lo que albergaba en su interior.

La morena se aferró a Zaxe mientras más llantos salían escopetados de su garganta. Wells no dijo nada más, sabía que con tan solo ese gesto había bastado para hacerla sentir segura, como si estuviera en casa, en una familia.

—Gracias, Zaxe —susurró Scarlett aún abrazada a su amiga, con las mejillas sonrojadas y sorbiéndose la nariz. Su lado más sensible y débil estaba haciendo frente a su lado orgulloso.

Zaxe se separó de ella, regalándole una sonrisa—. Todos estamos contigo y nos protegeremos. Ahora y siempre.

Como un resorte, la menor se levantó de la orilla. "Volvamos a casa" dijo aun sonriendo. Ambos hermanos compartían muchas similitudes. Los ojos verdes, el cabello castaño, una bonita sonrisa. Parecían gemelos a pesar de llevarse dos años de diferencia.

El Loto Negro: ¿Podría Olvidarse El Pasado?© || ELN1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora