Capítulo 39
"Scarlett"
Marco se arrodilló en el césped con Scarlett en brazos. Ella se puso rígida mientras que sus ojos brillaban a la vez que lo hacía su brazo. Se puso muy nervioso. Era la primera vez que aquello ocurría y no sabía qué hacer. Tomó el cuerpo de la morena con solo un brazo, pudiendo usar su mano libre para acariciarle el pelo. No era para que volviese en sí, sino para tranquilizarse él mismo.
— ¿Scarlett? —preguntó con la voz temblorosa—. Por favor, Scar.
Pero ella no le escuchaba. Su mente, su consciencia, no estaba allí.
En aquel momento, Scarlett estaba presenciando otra cosa. Ante sus ojos, una cabaña de piedra en medio de un descampado apareció. Desorientada, caminó hasta ella. Gritaba el nombre de Marco, como si ella o él se hubieran perdido. Temerosa intentó abrir la puerta de la cabaña, pero cuando su mano tocó el pomo, una fuerza la empujó por la espalda y traspasó la puerta. Como si fuera un fantasma.
Dentro de aquel lugar, tres personas estaban celebrando algo. Un hombre de cabellos castaños, largos, con ojos amarillos. Una mujer de cabellos blancos como su tez y sus ojos. Y otra mujer con cabellos castaños, tanto oscuros como claros, que tenía los ojos tapados. Todos vestían ropas antiguas, antiguas como todo objeto de la cabaña. El hombre, junto con la mujer albina, estaba alejado de la otra, quien se encontraba de pie en medio del salón. Los otros dos estaban en la cocina preparando una especie de postre. Scarlett intentó moverse por toda la estancia, pero no era capaz de que su cuerpo hiciese lo que ella quería. Segundos después, las dos personas alejadas, con un plato en sus manos, hicieron el amago de ir hasta la de los ojos tapados. Sin embargo, ella los paró en seco.
—No os acerquéis —dijo intimidantemente.
— ¿Qué ocurre, hija? —cuestionó el hombre, dejando su plato devuelta en la cocina. Ambos estaban confusos.
—He sentido algo extraño... No sé cómo explicarlo...
—Concéntrate. Tú puedes, cariño —dijo la mujer de cabellos blancos.
— ¿Qué es lo que sientes? —habló con una voz grave el hombre.
La que tenía los ojos tapados se agachó, poniendo las manos en las tablas de madera que formaban el suelo. Una luz quiso atravesar las mangas de su vestido.
—Siento... —comenzó a hablar. Frunció los labios, formando una fina línea, intentado concentrarse lo máximo posible y giró su cabeza en todas las direcciones que su cuello le permitía—. Pisadas. Muchos pies moviéndose cerca del descampado. Pies y alas.
Scarlett no comprendía nada. Sin poder moverse libremente, solo podía ver aquello sin contexto. No sabía quiénes eran aquellas personas, ni el porqué de su presencia allí. Pero lo que más le preocupaba era estar alejada de Marco. No estaba con él.
El hombre y la mujer se miraron entre sí, asustados. Se cogieron de las manos.
— ¿Alas? —preguntó el hombre.
—Se acercan. Su objetivo soy yo. Es lo que vi el otro día, tiene que ser hoy...
Se levantó del suelo, quitándose la venda y girándose para ver a las otras dos personas, sin darle tiempo a Scarlett para ver completamente su rostro.
—Gracias por todo y... Aunque no seáis mis verdaderos padres, os quiero como si lo fuerais.
— ¿Qué vas a hacer? —amenazó la mujer, con la cara descompuesta.
Entonces, la mujer se giró. Scarlett pudo verle los ojos. Un fuerte color morado destellaba de su iris. «¿Soy yo? ¿Es la Scarlett de 1909?» pensó Scarlett mientras se llevaba las manos a la boca, tapándola. La otra Scarlett levantó su brazo derecho, dejando ver las inconfundibles marcas de la magia.
—Aegó, il kaelou to boni et to mali, rogo aepo Foatnem pou ureintem, pou destratefei, pou mutateim, pou epivaellei, na mihi maero partem dynamie tis gia comodaere volaenti estamaetiso na me —proclamó la otra Scarlett. Sus tatuajes comenzaron a brillar y ella realizaba movimientos con sus manos, brazos y piernas. De ellos empezaron a salir pequeñas llamas que se fueron expandiendo por todo su cuerpo—. Rogo aepo Foatnem aepo me tin fervido ankaelia kai et aepo me tin acut metamorformet.
Scarlett pudo echarse unos pasos hacia atrás. «No lo entiendo, pero reconozco esas palabras: Yo, la hija del bien y el mal, pido al Fuego que quema, que destruye, que cambia, que impone, que me preste parte de su fuerza para poder parar a los que quieren llegar hasta mí. Pido al Fuego que me cubra con su abrasante abrazo y que me transforme» pensó.
— ¡No!— gritó la mujer.
La Scarlett del pasado se giró y les dedicó una sonrisa.
—Cuando lleguen, díganles que uno de ellos ya ha hecho el trabajo... Y enseñadles las cenizas —les dijo mientras una lagrima se evaporaba en su mejilla.
Las llamas cobraron más vida y ella se fue reduciendo, hasta quedar en un montón de cenizas en el suelo. El hombre y la mujer se acercaron a ellas llorando desconsolados, dejando ver quiénes eran realmente. El cabello blanco de la mujer se hizo a un lado y sus orejas puntiagudas fueron libres. Ellos eran la elfina y el hombre lobo de la leyenda, los que habían cedido parte de su alma a la Scarlett del pasado. De repente, la puerta de la cabaña se abrió de sopetón. Unas figuras oscuras estaban del otro lado. Todo se volvió negro, a excepción de muchos pares de ojos rojos que rodeaban a Scarlett. Ella no pudo más y se volvió a marear.
Luego todo volvió a la normalidad. Scarlett volvió a estar con Marco, que seguía con ella en sus brazos, sorprendido y asustado.
—Por Obmil, gracias —dijo al ver que la rigidez dejaba su cuerpo y la abrazó fuertemente—. ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?
Scarlett correspondió aquel abrazo con la respiración agitada. Ni ella misma sabía lo que había pasado. Se preguntaba si él había visto lo mismo que ella.
Marco realmente estaba asustado—. Tu cuerpo se puso duro como si fueras una piedra y tus ojos brillaron, como tu brazo. Has estado así diez minutos...
—Tuve una especie de recuerdo —le miró, confusa—. Me vi a mí, a la del pasado, con la elfina y el licántropo que me salvaron.
—Te viste... ¿A ti? —escéptico. Así fue cómo reaccionó Marco al escuchar a Scarlett.
—No sé cómo explicarlo, parecía una ilusión y a la vez era tan real...
Ambos se miraron a los ojos, sin decir nada. Regresaron a la casa en completo silencio.
Bueno, bueno, bueno... Ya tenemos aquí el capítulo 39. ¡Oleeeee! ¿Cómo está? ¿Cómo fue? ¿Gustó? ¿No gustó? Dejádmelo saber en los comentarios.
ATENTOS A INSTAGRAM QUE SUBO ADELANTOS DE LOS CAPS DE VEZ EN CUANDO
¡Nos vemos!
Anaffueyo
ESTÁS LEYENDO
El Loto Negro: ¿Podría Olvidarse El Pasado?© || ELN1
FantasyQuién te diría que alguna vez odiarías tu vida, tu hogar y a ti misma... Scarlett Rixon, una joven de dieciocho años, se ve obligada a viajar desde Polonia a Eslovaquia para tomar un avión a Londres. Después de estar en un infierno del que pocos con...