Capítulo 12
"2017, 24 de septiembre"
Esa noche, Scarlett volvió a tener pesadillas.
Una nueva. Una que no se esperaba tener. Fue como una película antigua: en blanco y negro y sin sonido. Al principio caminaba por una transitada calle, las personas caminaban como si nada mientras que ella intentaba que le hicieran caso; era como si no existiera. Pasaban a su lado, chocaban sus hombros, pero nada les hacía girarse y mirarla. Después todo cambió. Ya no estaba en una calle. Se encontraba en una carretera en medio de un bosque. En el asfalto había una huella muy negra, como si de una explosión se tratase. Y a su lado, en el linde de la carretera con la hierba, había una flor. Una lavanda. Sabía que era una lavanda porqué era la única cosa que tenía color. Un magnífico púrpura.
Respiración agitada, ropa sudada y una cama vacía a excepción de ella. Miró a sus lados, buscando al dueño de casi toda la estancia, pero su presencia era inexistente allí. En la mesilla de noche, al lado del ajado poemario, un reloj digital marcaba las doce del mediodía. El mediodía del 24 de septiembre, concretamente.
Con suma parsimonia, Scarlett se levantó de la cama y salió de la habitación. El pasillo estaba oscuro. Al fondo, la tenue luz que entraba por el ventanal era reflejada en el parqué del salón. «No me había fijado. No tiene moqueta.» pensó mirando aquella madera barnizada. Caminó descalza por el frío suelo hasta el salón, dónde una espalda bailaba al son de la música que ponían en la radio. Sonrió de medio lado avanzando hacia él, mientras se rascaba la nuca con una mano.
Alan estaba tan concentrado en lo que estaba haciendo que no se dio cuenta de que Scarlett se había sentado detrás de él. La sonrisa en la cara de ella se hizo más grande cuando él se dio la vuelta y se asustó al verla. Se asustó tanto que casi tiró lo que llevaba en las manos.
—Oh dios mío... Casi me da un infarto —dijo dejando un plato con tostadas enfrente de ella y poniendo una mano en su pecho—. Te iba a despertar ahora... ¿Estás bien?
Asintió avergonzada. Suponía que se refería a la pesadilla.
—No había tenido pesadillas en un tiempo. Lo siento.
—No te preocupes, Sirenita. Ahí estaba yo para protegerte.
Alan sonrió tranquilamente mientras se daba la vuelta. Dos tazas de café y un par de tostadas para un desayuno tardío.
—Lena te llamó, pero como no contestabas, me llamó a mí —dijo tomando un bocado de la tostada—. Hizo la reserva en el Barker para las tres y media.
Scarlett terminó de tragar y se limpió las migas de su boca—. Perfecto. Así puedo ir a casa a cambiarme de ropa y dejar todo allí.
Desayunaron lentamente mientras hablaban. Alan le contó que dentro de poco iría a Irlanda para hacerles una visita a sus padres. En ese momento fue cuando le mencionó por primera vez a su hermano. Por esas fechas, su hermano pequeño cumplía años y él junto con sus padres iba al cementerio para cambiar las flores de su tumba. Scarlett quedó impactada y triste. Por aquella razón nunca lo había mencionado. Les habían dicho que el niño había muerto a las pocas horas de haber nacido.
Con un suspiro, Scarlett se levantó de su asiento y se acercó a él para abrazarlo. Podía suponer lo duro que era perder a alguien tan querido, aunque nunca llegase a conocerlo. Ella no lo perdió, pero tuvo que dejarlo atrás en un lugar horrible y depravado. Alan agradeció el abrazo, escondiendo su rosto en el pecho de Scarlett dejando escapar una solitaria lágrima.
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El Loto Negro: ¿Podría Olvidarse El Pasado?© || ELN1
FantasyQuién te diría que alguna vez odiarías tu vida, tu hogar y a ti misma... Scarlett Rixon, una joven de dieciocho años, se ve obligada a viajar desde Polonia a Eslovaquia para tomar un avión a Londres. Después de estar en un infierno del que pocos con...