Capítulo 48
"Amatist Snø, quinta parte"
Como una flecha bañada en veneno, la sonrisa de la pelirroja se clavó en el cuerpo de Scarlett. La había llamado víbora unos días atrás y ahora, ella, estaba con los que la habían dejado huérfana. Y no sabían el porqué.
Scarlett empujó a todos hacia atrás y cerró la puerta, poniendo su espalda contra el material blanco. Su pecho subía y bajaba como el de los demás, aterrados. Nadie los había avisado salvo aquel niño a quien nadie parecía conocer. Los guardias no habían dado la alerta de la emboscada. Todo había sido un caos silencioso que había reptado desde las entrañas de algún lugar.
—No lo entiendo —susurró la reina tirando la corona en la mesa y rajando su vestido—. ¿Cómo han podido entrar sin que los guardias y rastreadores se hayan dado cuenta?
—Mi reina, no lo sé... —se disculpó Benjamin haciéndose una bolita al lado de Irina.
Debajo de aquel majestuoso vestido, Amatist tenía una vestimenta parecida a la de su hija. Una túnica simple de color plateado.
—No te preocupes, Destello Blanco.
—Amatist, ¿no tendrás armas en esta biblioteca, no? —preguntó Doctrian con un poco de prisa y una risa histérica.
Ella, con una sonrisa ladina, se dirigió a su trono, con todos pisándole los talones, y dio un pisotón justo detrás de él. Unos centímetros más atrás, el suelo de la estancia se hundió. Había unas escaleras que llevaban a una cámara secreta subterránea. Allí, iluminados con varios candelabros, armaduras, espadas, lanzas, látigos, arcos, ballestas y todo tipo de armas blancas les daban la bienvenida. Aquella no era una biblioteca normal. Era la sala de estrategia de la Corte del Norte.
En menos de lo les llevó admirar aquella cámara, se pusieron una armadura o parte de ella y cogieron las armas que creyeron necesarias. Incluso el niño cogió dos pequeñas dagas sin que nadie se diese cuenta. O al menos lo intentó. Las amatistas vieron todo, pero callaron ya que había algo más importante.
Un suspiro antes de salir.
Mey lideró un grupo para evacuar a los invitados a otra ala del palacio, la más alejada. Doc, Zaxe y Benjamin la ayudaban dirigiéndolos hasta los portales que ella creaba.
Los demás, acompañados de los Gemelos del Norte y de la reina, se batían en duelo contra las flores negras. Intentando proteger a los invitados que quedaban rezagados por el pánico. Algunos ya habían muerto en el primer ataque y los cadáveres eran olvidados en el suelo de la sala del trono que se había convertido en el campo de batalla.
Nefira se encontraba escaleras arriba, disfrutando del baño de sangre, regodeándose en el dolor ajeno. Su rostro, más sombrío; su pelo, más vivo; su esencia, más fuerte. Más macabra. Había cumplido su promesa. Había vuelto y ya no era la misma Nefira que había dejado la Mansión Wells dos días atrás. En dos únicos días se había unido a El Loto Negro. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Por qué se había unido a los lotos, si fueron ellos la que le causaron un trauma?
No fueron las únicas preguntas que se formularon Scarlett y Marco en aquel instante.
El gran lobo negro con los ojos amarillo ámbar corría por todos lados, hiriendo y matando a lotos con las garras y los dientes. Dándole un claro ejemplo del poder de alfa al beta de Benjamin. A su lado, Rina usaba su velocidad para llevar a sus presas hacia su alma gemela y romperle el cuello a algún que otro por diversión. Irina y Enear, con dos lanzas cada uno, se combinaban como si el combate fuese una danza para ellos; era hermoso verlos combatir. Los mitrey usaban su forma real para aumentar su resistencia y darles ventaja sobre los lotos, al igual que Amatist quien usaba su destreza en el combate como sus hijos. Scarlett, sin embargo...
Ella tenía los ojos fijos en Nefira. Combatía y mataba, sí, pero sus ojos estaban en la pelirroja que le devolvía la mirada con una sonrisa de satisfacción. Ella era la que había orquestado aquel ataque, era la que manejaba todo.
— ¡Esto es imposible! ¡Parecen una hidra, por cada uno que matamos aparecen otros dos! ¿Pero de donde salen tantos? ¡Joder! —se quejó Lena usando el arco desde el techo.
—Decidle a Mey que cierre los portales, ya no hay más invitados aquí —dijo Tristán desde lo alto, agitando sus alas.
Marco asintió ante los comentarios de los franceses, saliendo del lado de Scarlett en el suelo, y voló rápido hasta su hermana. La menor de los Wells ayudaba a dos invitados de edad avanzada a cruzar un portal.
—Ya han cruzado todos —aseguró él mirando el otro lado de la magia—. Ya puedes cerrar los portales, Mey.
La primera Parker, en su posición de ritual y recitando el encantamiento, asintió, pero Zaxe la paró en seco.
—No han cruzado todos, Marco. Papá, mamá y los abuelos no están aquí...
Zaxe estaba preocupada al gritar aquello. No los había visto en toda la celebración. Ni ella ni nadie. Marco solo pudo tragar fuerte.
—Mey, protégelos a todos —le encargó a la peliblanca, quien entró en el portal con Zaxe, Doc y Benji. Luego cerró el portal.
Desde el otro lado, Scarlett seguía con aquella lucha mental con Nefira y física con los lotos, que cada vez eran más. Ni los soldados élficos que había en el palacio eran suficientes. Los demás seguían reteniendo a los Alene que habían atacado tiempo atrás en otra parte del reino.
Marco volvió a estar a su lado poco tiempo después para decirle que sus padres y sus abuelos habían desaparecido. Scarlett lo miró sin palabras, con los ojos abiertos al igual que su boca. Mas Marco no quería que ella lo mirara de aquella forma. Apartó la cara y comenzó a buscarlos entre los cadáveres que se iban apilando en el suelo. Y Scarlett hizo lo mismo. Dejó de pelear para apartar los cuerpos sin vida de los lotos y fijarse en los de los invitados que habían caído. Había puesto la confianza necesaria en sus compañeros como para buscar sin miedo. Había confianza entre ellos, una confianza que se había ganado a lo largo de días. Confianza...
Como la que tenía Nefira reflejada en su cara.
Scarlett seguía buscando en el suelo hasta que se dio cuenta de aquello. Con las manos machadas de sangre, una espada en su axila para que no se cayera, el vestido morado rasgado y teñido de rojo y su cabello despeinado. Se levantó del suelo y miró hacia arriba. Hacia el palco que se había hecho la pelirroja.
Pero Nefira ya no estaba allí. Y se temió lo peor.
Bueno, bueno, bueno... Ya tenemos aquí el capítulo 48. ¡Oleeeee! ¿Cómo está? ¿Cómo fue? ¿Gustó? ¿No gustó? Dejádmelo saber en los comentarios.
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¡Nos vemos!
Anaffueyo
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El Loto Negro: ¿Podría Olvidarse El Pasado?© || ELN1
FantasyQuién te diría que alguna vez odiarías tu vida, tu hogar y a ti misma... Scarlett Rixon, una joven de dieciocho años, se ve obligada a viajar desde Polonia a Eslovaquia para tomar un avión a Londres. Después de estar en un infierno del que pocos con...