Capítulo 30
"Río y oro"
Scarlett se alejó un poco más de Marco. Estaba realmente desconcertada. Buscaba alguna respuesta lógica en los ojos del mitrey, mas solo hallaba preocupación en ellos.
Pasó sus manos sobre su pelo mojado, echándolo hacia atrás, y luego por su cuello. Le dolía más que cualquier parte de su cuerpo. Paul había impuesto demasiado fuerza en el agarre y era sorprendente que no le hubiese roto o destrozado el cuello. Cuando sus dedos tocaron las marcas rojizas, gimió de dolor y alejó sus manos de aquella zona. Marco, instintivamente ya que la observaba sin quitar ni un segundo la vista de ella, se acercó a Scarlett rápidamente.
—Déjame ver.
Colocó sus grandes manos en las mejillas de la morena y movió su cabeza. Solo miraba su cuello, comprobando que solo hubiese esas marcas que con el tiempo se irían. Sin embargo, Scarlett miraba toda la cara de Marco. Como sus ojos recorrían su piel magullada, como su ceño se fruncía, como respiraba tranquilamente, como su boca estaba entreabierta y dejaba paso a su lengua para mojar sus labios. Tenerlo así de cerca le provocaba sensaciones extrañas. En su imaginación, donde los mitrey y El Loto Negro no existían, donde Alan seguía vivo, creaba momento junto a Wells que no sabía si le gustaban o no. Era complicado. Él era atractivo, Scarlett no lo iba a negar, y sentía una conexión que no era capaz de explicar, pero aun así, sentía que no era lo correcto. O al menos en ese momento.
— ¿Me estás escuchando?
Scarlett sacudió la cabeza volviendo a la realidad y a mirar a las esmeraldas.
—Lo siento, ¿qué decías?
Marco suspiró, en su rostro se formó una leve y fugaz sonrisa—. He dicho que te tiene que revisar Doc, yo no sé de medicina. ¿Crees que puedes caminar?
Se levantó y le tendió una mano para ayudarla. En algún momento de la caída al agua, Scarlett se había vuelto a transformar, dejando su cuerpo de humana lleno de moratones tan morados y oscuros como sus ojos. Ese color había perdido el brillo que tenía. Intentó erguirse con la ayuda de Marco, pero sus rodillas fallaron y antes de caer al suelo se sujetó a los brazos del castaño.
—Creo que mis piernas te han respondido —se rio nerviosa y sonrojada.
—No te preocupes. No estamos lejos así que podré llevarte volando, no creo que peses demasiado —sonrió. Le había gustado que no pudiese caminar, porque así tenía una excusa para tenerla cerca—. Ven aquí.
En un movimiento, Marco la atrajo hasta su cuerpo y la abrazó. Ella abrió los ojos sorprendida, son un ligero rubor en sus mejillas. Wells extendió sus alas grises, le dedicó una sonrisa de dientes blancos y se elevó en el aire. Subió hasta el cielo mañanero sobrevolando las escasas nubes que había en el amplio azul vespertino. Scarlett lo abrazó con fuerza por miedo a caerse. Nunca había volado antes, no sin un avión. Sentir el viento en su rostro y en todo su cuerpo era magnifico. Con ojos atentos, Scarlett admiraba todo desde las alturas. Incluso hasta la cascada. Marco la agarró con más fuerza y se dirigió a la Casa Wells.
Tardaron muy poco en llegar, no se habían ido muy lejos. Lentamente, Marco abrazado a Scarlett, descendió verticalmente. Era como la imagen de un ángel bíblico, pero sin la aureola y las alas blancas. Dentro de la mansión, casi todos estaban desanimados en la sala. Lena y Sander aún no habían llegado, parecía que seguían buscando a Paul y que tardarían un rato en volver. Scarlett no pudo decirles nada, sabía que se había comportado como una idiota y no quería verles a la cara. Marco la guio hasta la habitación de Doc poniendo las manos en sus hombros mojados. Allí, Zaxe estaba sentada en la camilla con una mejilla roja. No obstante, no estaba sola. Entre la menor de los Wells y los castaños, se encontraban Doctrian y una joven pelirroja abrazada a sí misma.
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El Loto Negro: ¿Podría Olvidarse El Pasado?© || ELN1
FantasyQuién te diría que alguna vez odiarías tu vida, tu hogar y a ti misma... Scarlett Rixon, una joven de dieciocho años, se ve obligada a viajar desde Polonia a Eslovaquia para tomar un avión a Londres. Después de estar en un infierno del que pocos con...