Capítulo 43
"El más alto cielo"
Voló entre las nubes rosáceas del cielo, sintiéndose libre, sintiendo el aire contra su cuerpo, soltando gritos desgarradores y lágrimas lastimeras. El no tener nada era lo que le importaba en aquel momento. Sus alas se movían coordinadas y armoniosas, jugueteando con el algodón de azúcar del que parecían estar hechas las nubes. Una armonía rota por ella misma. Rota por el pensamiento de que todo la conectaba a Mey Parker. Ya que fue ella la que le enseñó aquel juego coordinado de plumas, aire y la belleza allá en el más alto cielo.
Nudo en garganta, subió tanto que traspasó las nubes y pudo contemplar la más bella puesta de sol que sus ojos pudieron ver. Quedó flotando en la nada, frente a la luz, recobrando el aliento que se escapó con sus lamentos. Con sus ojos cerrados inspiró y expiró disfrutando del contraste entre la calidez de los rayos del sol y del frío de los vientos otoñales.
Con cada respiración, se iba olvidando de todo. Se iba olvidando de que había sido un ejemplo de perfecto candidato por una causa global. De que había sido elegida para portar una brillante armadura en una guerra de dos únicos bandos. De que había sido un error huir del pasado. De que en algún momento perdería la cabeza y se convertiría en un fantasma de lo que había sido. De que a lo mejor todas las cosas que había hecho, solo habían sido meros intentos por llenar un vacío en su interior. Un vacío en su corazón que era estúpidamente profundo. Un vacío que era de muchas vidas pasadas.
Olvidando todo menos de que era posible que estuviese en su punto más bajo.
Abrió los ojos. Se aferró a sí misma con una única idea en su mente. Por su cabeza revoloteó la idea de convertirse en humana y dejarse caer. Acabaría con todo. Acabaría con su sufrimiento y lo último que sus ojos verían sería hermoso.
—No lo hagas, por favor.
A su lado, Alan la miraba suplicante. Ni él ni su ropa había cambiado. Seguía estancado en aquella fatídica noche, en aquellas diez y diez tan oscuras como dolorosas. Scarlett no se dignó en corresponderle la mirada, tan solo sonrió.
— ¿Apareces cuando mi vida pende de un fino hilo? —rio tristemente.
—Sirenita... Eres una persona maravillosa a la que solo le han pasado cosas malas... No lo hagas, te lo pido por favor —se puso delante de ella. Sus ojos avellana, su nariz recta, su tímida sonrisa, su pelo desordenado, su chaqueta de cuero. Todo estaba delante de ella—. Escuché lo que le dijiste a Marqui delante de mi tumba.
Sorprendida y sonrojada, cerró la boca y bajó su mirada a sus manos, inquietas.
—Se suponía que estábamos solos...
Scarlett no sabía que decir. Evitaba sus ojos porque sabía que si volvía a verlos se derrumbaría como había hecho antes de que él llegase. En vano. Cuando creyó sentir la mano de Alan en su barbilla, volvió a conectarse con aquellas avellanas tan profundas. Y como un castillo de naipes, cayó. Cayó en sus brazos. Lo sentía tan real, como si él estuviese vivo después de todo y en aquel mismo instante le estuviera correspondiendo el abrazo. Escondió su rostro en aquel pecho cubierto por cuero y volvió a llorar.
—Te echo tanto de menos, Alan...
—Y yo a ti, mi pequeña sirenita —la sensación de su mano en su cabello la reconfortaba. Aunque no duró mucho. Alan la soltó y sus manos volaron a las mejillas de Scarlett, secándolas. Tan real. Siempre con su sonrisa—. Si atraviesas un infierno, sigue adelante y no te pares. Recuérdalo.
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El Loto Negro: ¿Podría Olvidarse El Pasado?© || ELN1
FantasyQuién te diría que alguna vez odiarías tu vida, tu hogar y a ti misma... Scarlett Rixon, una joven de dieciocho años, se ve obligada a viajar desde Polonia a Eslovaquia para tomar un avión a Londres. Después de estar en un infierno del que pocos con...