Capítulo 50
"Amatist Snø, séptima parte"
Rina se acercó Scarlett y la separó de Marco. Él la abrazó con fuerza mientras Mey llevaba a la morena hasta las sábanas. Le dijo que tenía que ayudarla a que los Wells descansaran en paz. Scarlett no lo entendió, pero la siguió en todo lo que la peliblanca iba a hacer.
Ambas se arrodillaron entre los cuatro cuerpos. Extendieron sus brazos al frente y empezaron a hacer un ritual. La mano izquierda quedaba con la palma hacia el suelo y la derecha con la palma hacia el cielo. El dedo anular y el pulgar se unían y dejaban a los otros libres. Los ojos cerrados. Los tatuajes brillando. Un hechizo.
"Coprus vultrav, animan crusanis. Aex umbra raegis stellae, bosque observavit omnia. Corpus vultrav in skoni converte et animan crusanis ibi sana. Aex umbra raegis stellae. Synaenta zontarum preces et curzei pro mekros inter astrae."
Un hechizo que Scarlett no sabía que lo conocía, pero lo realizó a la perfección. «Cuerpo herido, alma atormentada. Sombra del astro rey, la cual ha observado todo. Convierte en polvo el cuerpo herido y cura al alma atormentada allá arriba. Sombra del astro rey. Cumple las plegarias de los vivos y cuida a los muertos en las estrellas.» había recitado ella en su mente la traducción.
Cuando la última palabra había salido de sus bocas, los tatuajes brillaron más y emitieron calor. En aquel momento, los cuerpos, debajo de las sabanas, comenzaron a levitar. Se alzaban en el aire, subiendo y subiendo hacia las estrellas. De ellos, una luz blanquecina salió y tomó la forma de los Wells. Patrick, Emma, Rupert y Kavana estaban allí. Todos los miraron desde el suelo. Todos. Y ellos les sonrieron a sus hijos por última vez. Luego desaparecieron con sus cuerpos entre la negrura de la noche y las estrellas.
—Ahora podrán descansar en paz en Obmil —susurró Mey. Sus tatuajes dejaron de brillar.
Estuvieron allí, mirando al cielo, unos minutos más. Como si se negaran a creer que había cuatro menos entre ellos.
Luego volvieron a la biblioteca, lentamente y con caras largas, serias, llenas de lágrimas. El niño seguía con ellos. Scarlett parecía la única que se daba cuenta de que estaba allí, pero Sander ya había hablado con él antes de la batalla. Ella seguía pensando que algo no iba bien con aquella incógnita y estaba decidida a hablar con él. Pero algo la paró. Una mano. La agarró del brazo y la giró, quedando frente a frente. Su cara estaba pálida y sus ojos, sus preciosos ojos, estaban rojos. "Quédate conmigo, por favor" susurró entrecortadamente. Susurró como aquella vez que había dormido en casa de Scarlett. Pero en aquel momento estaba peor que una borrachera. Ella asintió colocando sus dedos en su mejilla, provocando que los ojos de Marco se cerrasen.
Scarlett no podía ir junto a Sander con Marco y menos si era verdad la idea que le había pasado por la mente. Aquel día cuando la había llamado a Londres, Sander había dicho que Paul había reclutado a otro. Si ella confirmaba aquello, que aquel niño era su nuevo hermano pequeño, justo después de la muerte de su familia, lo devastaría aún más. Porque cuando Paul reclutaba a alguien personalmente no era común. Solo lo había hecho dos veces. Con Sander y Scarlett.
Poco a poco, todos fueron entrando a la biblioteca y sentándose donde podían. Completo silencio.
—Os ayudaré. Tenéis a vuestra disposición nuestras armas, nuestros guerreros y nuestros yensos. Han atacado a mis invitados, a algunos más que a otros, en un día especial. Lucharé a vuestro lado. Lucharé hasta que El Loto Negro desaparezca de la faz de la tierra.
ESTÁS LEYENDO
El Loto Negro: ¿Podría Olvidarse El Pasado?© || ELN1
FantasíaQuién te diría que alguna vez odiarías tu vida, tu hogar y a ti misma... Scarlett Rixon, una joven de dieciocho años, se ve obligada a viajar desde Polonia a Eslovaquia para tomar un avión a Londres. Después de estar en un infierno del que pocos con...