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Era media mañana y Luisita y Marina tenían media hora para descansar entre las clases. Estaban sentadas en la cafetería interior de la facultad tomándose un café porque, obviamente, estaba lloviendo. Otra vez.

La Universidad Metropolitana de Londres en la que ambas estudiaban era un complejo de edificios bastante extraño, de figuras geométricas, que quedaba bastante al norte del centro de la ciudad. Cuando decidieron mudarse, tuvieron que elegir entre dos opciones: opción A, vivir cerca de la facultad y lejos de todo; y opción B, vivir en el centro y disfrutar de la capital. No se lo pensaron mucho antes de coger la segunda opción.

Habían alquilado un diminuto apartamento en St. Pancras, al lado de  una de las estaciones más grandes de la ciudad, la de King Cross, por lo que pensaron que sería una buena solución para la movilidad y su buena conexión de metro. Además, contaba con una línea directa a la facultad.

Incluso aunque las clases estuviesen a cinco minutos andando, Luisita no se veía capaz de caminar todos los días bajo esa horrible lluvia. Estaba empezando a hartarse de no ver el sol.

-Madre mía, Marina... si yo ya era blanca cuando vine, cuando vuelva a casa por Navidad mis padres me van a confundir con el color de la pared. Cómo echo de menos el sol... van a creer que me he convertido en vampiro.

-Oye, pues tampoco lo veo tan mal, ¿eh? Así ya tienes disfraz para Halloween.

-Pf, ni me lo recuerdes... en que momento decidí yo aceptar ir a esa fiesta. Con lo poco que me gusta a mí disfrazarme.

Una de las compañeras de clase con las que más se juntaban vivía en una casa a unifamiliar a las afueras de la ciudad. Le daba pereza y un poco de nervios ir, pero realmente quería saber si las fiestas universitarias en casas eran como en las películas.

-Venga, Luisi. Anímate, que hace que no sales desde la vez que quedamos todos en el pub. Que, por cierto, puedes volver a repetir. - dijo lo último con un aire seductor, sin saber la rubia de que iba el tema.

A ver como Luisita seguía desconcertada, Marina prefirió ir directa y acabar con su confusión.

-Taylor volverá a traer a su amiga. – dijo guiñándole a su amiga.

-Ah...

Luisita no sabía que decir. Si, se lo pasó bien con esa chica, aunque tampoco recordaba mucho con la cantidad de alcohol que llevaba esa noche.

-Uy, Luisita. Esa respuesta ha sonado muy desilusionada. ¿Qué pasa? ¿No te gustó?

- Si, no sé. Supongo. – dijo Luisita fijando su mirada a su café mientras removía la cuchara.

- ¿Pero por qué? ¿Es porque era una mujer? Creí que estabas redescubriendo tu sexualidad.

- Si, si no es por eso. Es sólo que, se me hizo raro besar a alguien que no conocía. Sobre todo, besar a alguien nuevo después de tantos años.

- Ya... ¿y no será que el problema estaba en que no era cierta chica de ojos miel? – preguntó Marina con cuidado temiendo que Luisita saltase, aunque esta lo único que hizo fue mirarla con sorpresa por saber ese dato sobre sus ojos.

- Oye, ¿y tú como sabes de que color eran los ojos de Amelia?

- ¿Has visto como sabías de quién hablaba? – dijo Marina intentando escapar de la pregunta de su amiga.

- Marina...

- A ver Luisi, no te enfades. Quizás la haya buscado en Instagram...

- Qué, ¿QUÉ? – se estaba empezando a poner nerviosa. "¿Por qué no se me ha ocurrido a mí?".

Nosotras en la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora