43

4.9K 388 319
                                    

- Te dije que te ibas a quemar.

- Cállate, Amelia.

Luisita estaba tumbada lamentándose de lo mucho que dolían los hombros y la cara del sol. Se había puesto roja, y aunque no fuese nada grave, la rubia actuaba como si se hubiese quemado con aceite hirviendo.

- Creo que se me va a caer la piel.

- Puede ser, también pueden salirte pompas y manchas...

- ¿Manchas?

- Si, sí. Como verrugas. Además, si son muy oscuras podrían ser incluso signo de cáncer de piel.

La rubia la miraba horrorizada y Amelia no pudo evitar reírse.

- Estoy de broma, Luisita. Llevas demasiado tiempo bajo las nubes británicas y te has desacostumbrado al sol, pero ya está. Como mucho se te despellejará un poco, pero nada más.

- ¿¡Despellejarme!? ¿Pero cómo me voy a despellejar la cara? Que voy a estar horrible.

- Anda deja de decir tonterías y hazme un hueco.

Luisita miró la mano de Amelia y se dio cuenta de que tenía una crema.

- ¿Qué es eso?

- Una crema After sun.

Se incorporó quedando sentada para dejar que Amelia se sentara a su lado.

- ¿Cuándo la has comprado?

- Ayer, cuando estábamos en la playa y fui al baño del chiringuito, me acerqué a la tienda de al lado. Te dije que ya sabía que esto iba a pasar, así que gírate hacia mí para que te eche bien en la cara y en los hombros.

Se quedó mirándola y se dejó hacer. Intentaba ocultar la emoción que estaba sintiendo por ver como Amelia estaba cuidándola y se había preocupado por ella en todo momento. Primero, Amelia extendió aquella crema por sus hombros y luego, volvió a echarse un poco en las manos para aplicársela en la cara. Solo tenía quemada desde la nariz hasta los pómulos y los labios algo más rojos de lo normal, pero le extendió la crema por toda la cara con una delicadeza nunca vista, como quien camina por la naturaleza con miedo de destruir su belleza. Amelia no la miraba a los ojos, sino que estaba concentrada en cubrir toda aquella superficie, y a Luisita le pareció increíblemente adorable como se mordía la lengua como si eso le ayudase a hacer mejor aquel trabajo. La rubia no pudo evitar cerrar los ojos en cuanto los dedos de Amelia cubrieron su boca para extender un poco de crema.

Ojalá utilizase sus labios para esto.

- Vale, ya está. – Luisita abrió los ojos y la encontró sonriente con una ternura que nunca había visto en aquellos ojos. – Mientras se te seca, desayunemos. Y antes de irnos otra vez a la playa, te echas crema, que te he comprado de protección máxima.

Luisita asintió y vio como Amelia se levantaba del sofá para ir a la mesa. Suspiró y la siguió para ayudarla con el desayuno. Recogieron los platos y cada una volvió a sus habitaciones para prepararse. Nuevamente, era Amelia la que esperaba en el salón a Luisita, y en cuanto esta bajó por las escaleras, se dio cuenta de que la morena tenía una expresión demasiado nerviosa y sonriente para ser normal.

- ¿Te pasa algo?

- Tengo una sorpresa para ti. - dijo en cuanto la rubia llegó a su altura sin poder reprimir las ganas que tenía de enseñársela.

- ¿Pero es bueno? Tienes cara de haber cometido un crimen y de querer que te ayude a deshacerme de las pruebas.

- Claro que es bueno, vamos a cumplir algo de tu lista de deseos. - le guiñó el ojo y Luisita se quedó más confusa aún. - Sígueme.

Nosotras en la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora