Era temprano y el sol aun no estaba del todo alzado. Era la hora perfecta para las sesiones de yoga de Amelia en la playa. Era de las pocas cosas que la fama no le había privado, ya que a esa hora apenas había gente, además, en Los Ángeles, los ciudadanos estaban acostumbrados a ver a los famosos por la calle, ya nadie se sorprendía.
Habían pasado un par de semanas desde que se había reconciliado con Luisita, y su relación se estaba reconstruyendo hasta el punto de tener el mismo nivel de confianza que antes. Aunque al principio hablaran con cautela como si tuvieran miedo de decir algo fuera de lugar que pudiera incomodar a la otra, lo olvidaron. Aunque en ocasiones estuvieran algo raras, Amelia notaba que lo esencial de aquella relación no se había roto. No habían vuelto a hablar de aquella despedida ni de las cosas que se dijeron, ni si quiera sabían cuando volverían a verse, pero lo que si sabía la morena es que no quería volver a perderla.
Otra de las cosas de la que no volvieron a hablar, fue de esa confesión que hizo Luisita.
Estoy enamorada de ti, Amelia.
Seguía retumbando en su cabeza. Absolutamente nadie se lo había dicho jamás, y sinceramente, ella pensaba que nunca llegaría a escucharlo. Tampoco sabía que, si lo llegaba a escuchar, le iba a doler tanto.
Aquellas palabras quedaron destrozadas al chocarse contra aquel muro que tenía en su interior, aunque era cierto que aquel golpe había provocado una grieta. Ni ella ni Luisita lo sabían, pero aquello era el principio de aquel derrumbe.
Una vez había acabado de hacer yoga, como siempre se sumergió en el océano para refrescarse y terminar de eliminar cualquier nube negra que hubiera en su cabeza. Cuando volvió a la toalla a recoger sus cosas, cogió el móvil de la bolsa para mirar la hora. Pero lo que ella no se esperaba esa ese aluvión de mensajes que había recibido. Menciones en Twitter, Facebook, etiquetas en Instagram, mensajes de su madre, Natalia, e incluso Sara.
Se metió en los mensajes de esta última ya que también tenía llamadas perdidas de ella, y suponía que sería algún tema laboral.
Sara:
Amelia, ¿qué cojones son esas fotos? ¿Desde cuándo eres tan descuidada con tus asuntos privados? Fóllate a quien quieras pero en tu casa, no sabes lo que me va a costar limpiar tu imagen.
¿De qué mierda estaba hablando Sara?
Con el corazón a mil, se metió en Twitter y vio todas aquellas menciones. Por lo visto, unos fans que todavía quedaban cerca del hotel las habían visto a ella y a Luisita subir a trompicones a la habitación mientras no podían dejar de comerse la boca. Se veía perfectamente la cara de Amelia, sin embargo, de su acompañante solo se veía que era rubia. Ni tan si quiera se apreciaba bien el color del traje que llevaba, debido a la oscuridad de aquellas horas de la noche.
Suspiró aliviada. Sabía que ella estaría en problemas, pero al menos no se había descubierto la identidad de Luisita. Aunque claro, en las redes sociales había todo tipo de apuestas y especulaciones sobre quien seria aquella chica misteriosa. Incluso las fans más observadoras buscaron de entre las fotos del evento de encuentro de fans que hizo Amelia el primer día de su llegada a Londres intentando averiguar si podían sacar a alguna candidata.
Y de hecho, circulaban todas las fotos con las fans rubias que fueron al encuentro, con el fin de sacar alguna conclusión, pero claro, nadie pensaba que pudiese liarse con una fan. Sin embargo, ahí estaba en Twitter aquella foto con Luisita en ese evento y dio las gracias a que nadie la reconociera.
No sólo había gente interesada en descubrir a aquella misteriosa chica, sino que además, también había visto demasiados mensajes homófobos y misóginos. Que si era una facilona, que si se enrollaba con cualquiera, que si putas bolleras.
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Nosotras en la Luna
FanfictionCada una vive en un lugar del mundo, y sin embargo, el destino hace que una noche en la que Luisita necesitaba escapar se encuentren entre las calles de París. Sabiendo que sólo pasarían juntas esa noche, nada será igual el resto de sus vidas. Histo...