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Una de las cosas que más odiaba Luisita de Londres, es que no había persianas para poder tapar la luz y poder dormir plácidamente, por lo que en cuanto empezó a hacerse de día, se despertó.

El recuerdo de la noche anterior volvió a su cabeza, aún no se lo podía creer. Se giró sobre sí misma buscando el cuerpo de Amelia en la cama, pero en cambio se encontró el frio hueco de al lado.

Se terminó de despertar. Se irguió y al ver que la puerta de su habitación seguía abierta, agudizó el oído para ver si la escuchaba, pero nada. Estaba sola en aquella casa.

¿Lo habría soñado? No, imposible. Primero porque no tenía tan buena imaginación, segundo, porque le dolía todo el cuerpo, y tercero y más importante, seguía desnuda.

Buscó su movil para ver si tenía algún mensaje, pero no lo encontró en la mesita de noche, acordándose de que aún estaría en el salón junto al equipo de música. Sin embargo, lo que encontró en la mesita fue un pequeño post-it amarillo pegado. Sonrió al pensar que Amelia sabía que lo primero que haría la rubia al no verla seria buscar su móvil ahí.


Me he tenido que ir, tenía que trabajar temprano y me daba pena despertarte. Nos vemos esta noche en la premiere.

Pd: pongas lo que te pongas, estarás impresionante.


Se volvió a tumbar en su cama y ahora si sonreía ampliamente. Inspiró hondo al tranquilizarse y, no se había dado cuenta hasta ahora, pero su almohada olía a Amelia. Y no sólo la almohada, sino también las sábanas y su habitación en general.

Estaba tan sumergida en ese olor, que ni si quiera escuchó las llaves de Marina al entrar.

-Buenos días Luisita, ¿qué tal anoch... ¡Joder! Pero que haces desnuda tía. – dijo tapándose los ojos mientras Luisita subía rápidamente la sábana.

- ¿Qué pasa? ¿Una ya ni si quiera es libre de dormir desnuda? – dijo bromeando ya con la sábana subida hasta el pecho sujetada por las axilas.

-Pues con el frío que hace todavía en esta ciudad, muy normal no es... A no ser que alguien no escuchase mi consejo de ayer y haya dormido acompañada.

No hizo falta responder, Marina se dio cuenta de un chupetón que asomaba por debajo de la clavícula de la rubia.

-Vaya, pues ya podemos descartar el vestido de palabra de honor para esta noche. – le dijo Marina señalándoselo por si aún no lo había visto, la cual se sonrojó inmediatamente.

Caminó hacia ella y se sentó en una esquina de la cama sin querer pensar mucho en lo que habían tocado anoche esas sábanas.

- ¿Qué tal fue?

- Un sueño. – dijo con una sonrisa imposible de ocultar.

- Vaya con Amelia... - le guiñó el ojo. – Bueno después me lo cuentas bien. Me voy a duchar antes de nada, ¿vale? Ah, y, por cierto, creo que tu móvil estaba sonando en el salón.

Se levantó para salir de la habitación de la rubia y se paró antes de cruzar el umbral para volver a girarse una última vez.

- Me alegro de que estés tan feliz, creo que nunca te había visto así. Sólo espero que no te quemes. – le dijo con una sonrisa cargada de preocupación y desapareció de la puerta.

Luisita intentó no pensar mucho lo último que dijo Marina. Cogió su pijama que aún estaba doblado en su armario, y se dirigió al salón para buscar su móvil.

Cuando lo cogió se arrepintió de haberlo hecho al darse cuenta de la cantidad de llamadas perdidas que tenía de su hermana... qué pesada era. Le mandó un mensaje diciéndole que estaba bien, que había perdido el móvil por la casa y para tranquilizarla y hacerle ver que estaba sana y salva en casa, le mandó un selfie haciéndole un corte de manga.

Nosotras en la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora