- Luisi, por el amor de Dios, mueve el culo de la cama y recoge un poco. – dijo María mientras daba vueltas por la habitación de su hermana recogiéndola sin parar.
Normalmente, Luisita no era extremadamente desordenada, pero aquellas semanas no habían sido precisamente fáciles. Habían pasado tres semanas desde aquella triste despedida de la que Luisita se seguía repitiendo en su cabeza cada palabra que dijeron. Tres semanas... ¿sabéis que significaba eso? Exacto, que ya era catorce de abril, el día del estreno de la película de Amelia.
Eso quería decir que Luisita no paraba de escuchar hablar de ella. La veía en la televisión cuando en los anuncios ponían el tráiler, la veía en carteles publicitarios y, lo peor de todo, que no paraba de escuchar a todo el mundo a hablar de aquella nueva estrella del cine. Por eso ese día se sentía especialmente deprimida, a pesar de que poco a poco lo iba llevando mejor.
Cuando aquella última noche juntas, Luisita volvió a casa, llamó a su hermana para llorar todo lo que se había guardado por no hacerlo delante de Amelia y a María simplemente se le rompió el corazón, así que le prometió que en cuanto pudiera cogería un fin de semana libre en el King's e iría a hacerle una visita a Londres. Y ahí estaba, yendo de un lado a otro de la habitación recogiendo todo lo que encontraba. Luisita se estaba empezando a arrepentir de haberla llamado.
En cuanto María la vio, se le partió el alma. Aquel brillo que su hermana había recuperado aquellos meses desde que conocía a Amelia, habían desaparecido, incluso ahora estaba mucho más apagada que cuando estaba con Sebastián. Sabía que era un error presionarla, la conocía, pero estaba harta de aquella situación.
Le lanzó una toalla a la cara que Luisita no vio venir porque estaba demasiado perdida en sus pensamientos.
- ¿Qué haces, Mery?
- Dúchate rápido y vístete. Tú y yo nos vamos a ir a tomar unas pintas porque te juro que como te siga viendo en la cama mirando a la nada como si fueras un fantasma voy a perder los nervios.
Sin que le diera tiempo a responder, María le tiró del brazo haciendo que se levantara y la empujó hacia el baño. Cuando terminó, su hermana le había preparado en la cama un conjunto para que se lo pusiera. Era casual, unos vaqueros largos, una camiseta negra escotada y una chaqueta de cuero. Las chaquetas de cuero le recordaban a Amelia, pero no quiso decirle nada.
Se vistió sin quejarse y se maquilló un poco, dejándose el pelo suelto. A pesar de lo triste que estaba, se sintió bien al mirarse al espejo.
Amelia diría que estoy arrebatadoramente sexy.
María la esperaba en el salón, y cuando la vio salir de su cuarto, sonrió. Le dio un beso en la mejilla, el cual Luisita rechazó poniendo cara de asco y salieron de ahí. Sólo tomarían un par de cervezas, ya que a la rubia le tocaba el programa de la radio de las ocho de la mañana. A pesar de estar ya en abril, hacía frio, por lo que decidieron buscar algún pub para sentarse dentro.
Una vez sentadas y con las cervezas en la mano, brindaron por las hermanas Gómez. A Luisita le sentó realmente bien esa salida. Empezaron hablando de la familia, de que el Asturiano no pasaba por su mejor momento, y de que su hermano había aprobado por primera vez en su vida matemáticas. María también quiso decir que el King's iba mejor que nunca desde que la gente se enteró que Amelia estuvo allí en navidades, pero se lo calló.
Siguieron hablando de los compañeros de trabajo de Luisita, los cuales María ya había conocido. También hablaron del tira y afloja tan raro que se traían Marina y Fede.
Por último e inevitablemente, pasaron al tema tabú de aquellas semanas.
- ¿Qué tal estás, Luisi?
ESTÁS LEYENDO
Nosotras en la Luna
Hayran KurguCada una vive en un lugar del mundo, y sin embargo, el destino hace que una noche en la que Luisita necesitaba escapar se encuentren entre las calles de París. Sabiendo que sólo pasarían juntas esa noche, nada será igual el resto de sus vidas. Histo...