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Luisita la vio desde que pisó la alfombra roja. Era buena actriz, muy buena, y su trabajo estaba siendo recompensado, pero sería hipócrita decir que todo aquello era debido a su talento. Amelia tenía esa presencia que hacía que una actriz se convirtiera en estrella. Hacía que todo aquel que estuviera presente quedara hechizado con ella.

No era la típica diva que se lo tenía subido, y eso es lo que realmente hacía que todo el mundo la adorara. Que, a pesar de la fama, se comportaba con naturalidad y cercanía.

Luisita veía como intentaba acercarse a cada persona para que nadie se quedara sin su autógrafo o su foto junto a ella. Parecía una profesional que llevase toda la vida bajo los focos, pero a Luisita no la engañaba. Sólo ella podía notar que Amelia a veces se agobiaba intentando llegar a todo el mundo y contentarlos. En parte le estaba dando un poco de pena, en parte le parecía adorable.

Cuando Amelia hizo contacto con sus ojos, sus sonrisas aparecieron en sus caras automáticamente. Es decir, la morena ya sonreía, llevaba toda la noche haciéndolo para toda aquella gente, pero a Luisita le dio la impresión de que Amelia ahora sonreía aún más.

-Luisita, la vas a desgastar. No seas tan descarada. – le regañó Marina que estaba a su lado. – que en este mundillo, los rumores vuelan.

Pero no le hizo ni caso, era imposible dejar de mirarla. Además, estaba impresionante con aquel vestido.

Tuvo que esperar a que hiciera un par de entrevistas hasta llegar a ella. Marina se disculpó con una excusa de mierda con tal de dejarlas solas para ese encuentro y le dijo a Luisita que ya la vería directamente dentro de la sala de cine.

En cuanto Amelia terminó aquella última entrevista, se dirigió hacia ella sin romper el contacto con sus ojos, hasta que llegó a su altura.

- Estás guapísima, Amelia. – dijo con cierta vergüenza.

- Y tú impresionante, aunque eso ya lo sabía incluso antes de verte. – le dijo guiñándole el ojo.

Se rio mientras negaba con la cabeza. Que le gustaba a Amelia provocarla.

- ¿Estás nerviosa? – le dijo casi en un susurro, como no queriendo que nadie las oyera.

- Un poco la verdad. – rio dejando ver que era verdad lo que decía.

Luisita le cogió las manos para trasmitirle su apoyo, pero le trasmitió mucho más que apoyo. Fue más bien una descarga eléctrica.

- Amelia, tranquila... va a salir genial. Te mereces todo esto. Disfrútalo.

No pudo responder, sólo sonreír y mirar a aquellos ojos marrones.

- ¡Amelia! – dijo alguien mientras se acercaba a ellas. – Por fin te encuentro, tienes que entrar ya.

La rubia la reconoció en seguida, pero fingió que no. Antes de que la pelirroja llegara hacia ellas, se soltaron la mano, pero ya lo había visto.

- Si, voy. – la miró sin saber muy bien que hacer ahora. – Luisita, esta mi representante; Sara. Y Sara, esta es Luisita.

- Encantada. – tendió Luisita la mano con una sonrisa educada.

- Ah, tú eres la amiga por correspondencia. – dijo con cierto aire de superioridad haciéndole un repaso nada disimulado y haciendo hincapié en la palabra "amiga", sin aceptar su mano.

- Sara. – Amelia la regañó junto a una mirada asesina. – Ve adelantándote, ahora te alcanzo.

Le dio un último vistazo a Luisita antes de girarse, la cual no había sabido que decir.

Nosotras en la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora